Unos padres en Reino Unido fueron encarcelados luego de que las autoridades demostraran que planearon traficar a un joven, de origen nigeriano, en el interior del país, con el fin de extraerle un riñón y ponérselo a su hija enferma. La víctima no sabía de qué se trataba todo el asunto hasta que la pareja lo llevó a un hospital para su primera consulta.
Ike y Beatrice Ekweremadu fueron juzgados en tribunal Old Bailey de Londres por haber engañado a un joven nigeriano y traficarlo hacia Reino Unido para que se presentara como el donante de riñón de su hija Sonia, de 25 años.
Ike, de 60 años, quien se desempeñaba profesionalmente como funcionario de gobierno, recibió una condena de nueve años y ocho meses de prisión por organizar un complot de sustracción de órganos, junto con su esposa Beatrice, de 56, que será encarcelada durante cuatro años y medio. El Dr. Obinna Obeta, de 50 años, quien sería el encargado de llevar a cabo el trasplante, fue condenado a diez años de prisión.
El caso fue juzgado bajo la ley de esclavitud moderna y sería el primer enjuiciamiento exitoso por una conspiración de sustracción de órganos. En la sentencia, que fue televisada, el juez encargado declaró que “el tráfico de personas a través de las fronteras internacionales para la sustracción de órganos humanos es una forma de esclavitud que trata a los seres humanos y las partes de su cuerpo como mercancías que se compran y venden. Es un oficio que se aprovecha de la pobreza, la miseria y la desesperación”.
De acuerdo con las investigaciones, la víctima solo se enteró del plan de la pareja cuando ambos lo llevaron a un hospital al norte de Londres para realizarle una consulta inicial. Luego de salir del centro médico, el joven escapó y durmió a la intemperie un par de días antes de entrar a una estación de policía llorando y angustiado.
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El joven de 21 años, que solía desempeñarse como comerciante callejero en la ciudad de Laos, en Nigeria, sería recompensado con $80.000 euros por donar un riñón a Sonia en un procedimiento privado que se realizaría en el Royal Free Hospital de Londres.
Su visa fue conseguida gracias a las conexiones del Dr. Obeta, quien sirvió de intermediario y le ayudó a la pareja a elaborar una historia de fondo para que dejaran viajar al joven al país. Como parte del plan, inventaron la mentira de que Sonia y el donante eran primos. Sin embargo, el hospital tachó el trasplante como inadecuado.
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En una declaración leída por la corte, el joven señaló que nunca había aceptado nada de esto y que ahora teme por su seguridad y la de su familia en Nigeria. “Mi cuerpo no está a la venta”, afirmó.
Adicionalmente, aseguró que unas personas visitaron el hogar de su padre para decirle que le pidiera abandonar el caso que se estaba desarrollando en Reino Unido.
“No puedo pensar en ir a casa a Nigeria. Estas personas son extremadamente poderosas y me preocupa mi familia, aunque vivo aquí en el Reino Unido en este momento, sé que también debo tener cuidado. No tengo a nadie aquí, ni familia ni amigos, así que tengo que empezar mi vida de nuevo”, declaró.
Sonia Ekweremadu también fue juzgada en el tribunal, pero fue absuelta casi 14 horas después de que el jurado comenzara su deliberación. Los demás acusados negaron los cargos en su contra, pero fueron declarados culpables.
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Si bien la donación de órganos no es ilegal, compensar a alguien por hacerlo cuenta como una acción criminal. “La víctima de este caso, un joven muy valiente, fue explotado debido a sus circunstancias económicas vulnerables, por personas que eran poderosas, ricas y que ejercían control y dominio sobre él y lo traían al Reino Unido con el fin de quitarle el riñón”, aseguró el superintendente de detectives Andy Furphy.
La motivación de los padres era “obtener un riñón para su hija, sin pensar en el proceso que implicaba, sin pensar en el cuidado posterior y sin pensar en absoluto en la víctima del delito de esclavitud moderna”, agregó.