Comunidad musulmana comenzó a enterrar a quienes murieron en el ataque terrorista. Niños y adultos les mostraron su respeto con la tradicional danza maorí.
Cientos de personas, principalmente musulmanes, se congregaron la mañana del miércoles en un cementerio cercano a la mezquita de Linwood, la segunda de las atacadas.
Allí rezaron e inhumaron los restos mortales de Khalid Mustafa, de 44 años, y su hijo Hamza, de 15.
La familia Mustafa llegó el año pasado a Nueva Zelanda como refugiados, huyendo de la guerra en Siria. Pero se toparon con la tragedia en la tierra en la que habían buscado asilo cuando Khalid y Hamza fueron abatidos en la mezquita de Al Noor, el primer centro atacado.
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Por otra parte, estudiantes de una escuela secundaria a la que asistía Hamza y que perdió otro alumno, Sayyad Milne de 14 años, recibieron a la primera ministra, Jacinda Ardern.
Frente a ella realizaron una haka, tradicional danza de la tribu maorí y que puede ser usada como grito de guerra o en diversas ocasiones como visitas especiales, bodas y funerales.
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Durante la visita, una pequeña le preguntó a Ardern cómo se sentía. “Estoy triste”, fue la respuesta de la jefe de Estado.
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