Un informe revela que en algunos casos los docentes universitarios sufren de desnutrición o no pueden asistir por falta de recursos para el transporte.
El drama, que plasmó en ilustraciones la psicóloga Yorelis Acosta, es el reflejo de la cruda realidad de los profesores en Venezuela.
“He tenido que pensar cuál era el mejor momento del día para comer. Me di cuenta de que sí comía al mediodía en la noche tenía hambre. Y no hay cosa más horrible que dormir con hambre”, dice un educador.
Puertas adentro de la afamada pero deteriorada Universidad Central de Venezuela da clases el profesor José Ibarra. El año pasado se hizo viral por solicitar un par de zapatos donados a través de sus redes sociales. Hoy en día comparte su jornada de clases con la entrega de donativos recibidos para ayudar a otros educadores en dificultades.
“Incluso nos hemos encontrado con profesores que están desnutridos. Fíjate que ya no solamente son zapatos, en algunas ocasiones han sido alimentos”, dice Ibarra.
Con un salario que no supera los 20 dólares al mes, en el caso de los profesores a tiempo completo, muchos han decidido acudir a clases solo cuando hacen evaluaciones, por falta de dinero para el transporte.
“El salario alcanza para poco, de hecho una quincena puede alcanzarme para un kilo de queso una Harina Pan y algo más”, explica Adalberto Castellano, profesor de Historia de la Universidad Central de Venezuela.
En las aulas se observan gran cantidad de pupitres vacíos que dan cuenta de que la crisis afecta del mismo modo a los alumnos, que apenas pueden alimentarse.
La investigación universitaria también ha quedado rezagada por falta de recursos. Incluso, los profesores aseguran que ni siquiera cuentan con material para dictar sus clases.
Según el más reciente estudio del Observatorio Nacional de Universidades, esta crisis económica ha originado la migración del 50 % de los profesores del país.
Updated: junio 04, 2019 02:59 p. m.