La Policía de la provincia de Lopburi, en Tailandia, intenta sin mucho éxito controlar el asedio de cientos de macacos que atacan a propios y extraños en grandes grupos. Noticias Caracol habló con una colombiana que fue víctima de los primates, que están desaforados.
Antes, las imágenes de los animales en las calles de la provincia eran un sinónimo de la cultura ancestral de esa zona del mundo, pero ahora los primates se convirtieron en un verdadero dolor de cabeza.
Milena Ariza, colombiana que estaba de vacaciones en Lopburi, narró su aterradora experiencia: “Había dejado mis cosas en el piso para acercarme a tomar unas fotos y lo que vi fue un macaco robándome lo del bolso. Me mostró los dientes y se acercó como en forma de ataque. Una banda de monos, eran más de 10, atacaron a un carro que tenía las ventanas relativamente abiertas”.
Los turistas que alimentan a los animales contribuyen al crecimiento desmedido y al comportamiento agresivo de los primates.
“Algunos clientes tienen miedo de venir, están asustados por los macacos. Se están volviendo hambrientos y agresivos”, aseguró Supaporn Tantiwong, habitante de la provincia.
Los feroces animales roban comida, destruyen propiedades y agreden a las personas. Las autoridades ahora les llaman "macacos pandilleros" y crearon una unidad especial para intentar contenerlos.
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Una periodista los acompañó a los operativos para intentar expulsarlos del sector. Los funcionarios están armados con caucheras y pistolas con dardos paralizantes. Lo complicado es que los monos, que son verdaderamente ágiles, evaden los disparos.
“Los esterilizamos para disminuir la población y los reubicamos”, Kerkwit Poompayak, funcionario.
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Aunque los esfuerzos son grandes, todavía falta mucho tiempo antes de que puedan considerarlos controlados.