Un bombardeo ruso contra un convoy humanitario causó por lo menos 25 muertes de civiles en el sur de Ucrania. Sucedió antes de que el presidente Vladimir Putin formalizara la anexión de las regiones de Donesk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, ocupadas por sus tropas y abriendo la puerta a emplear armas nucleares para defender su territorio.
El ataque se dio cerca del límite entre la zona ucraniana y la ocupada por las fuerzas rusas en la región de Zaporiyia, en el sur, uno de los cuatro territorios incorporados a Rusia.
Por lo menos 25 personas murieron y otras 50 resultaron heridas, según la Fiscalía ucraniana. Ambos bandos se acusan de haber lanzado el mortal ataque.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, trató a Rusia de "terrorista" y de "escoria sanguinaria".
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Según la presidencia ucraniana, 16 misiles S-300 rusos cayeron en la zona, unas armas tierra-aire que los rusos también utilizan para atacar en tierra. En el lugar, se veían dos hileras de carros con los cristales rotos y las carrocerías acribilladas. Entre ellos, yacían cuerpos sin vida.
Según Kiev, Rusia atacó con "cohetes a un convoy humanitario de civiles" que se dirigían a la zona "temporalmente ocupada".
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Un representante de la ocupación rusa local, Vladimir Rogov, acusó a Kiev de haber "atacado a nuestra gente" para evitar que estos civiles acudieran a la zona bajo control ruso.
En la región vecina de Jersón, que también fue anexionada, un alto responsable de la ocupación rusa murió en la noche en un bombardeo ucraniano contra su domicilio, con la ayuda de sistemas HIMARS proporcionados por Estados Unidos, anunciaron las autoridades locales.
La Unión Europea (UE) condenó el "atroz ataque de Rusia" contra el convoy humanitario, anunció el jefe de la diplomacia Europea, Josep Borrell.
El diplomático añadió que "los responsables rendirán cuentas" y apuntó que la UE condenaba lo ocurrido "en los términos más enérgicos posibles".