En las últimas horas se llevaron a cabo las honras fúnebres de Ivonne Rubio, la colombiana que murió en Israel
durante la masacre perpetrada por milicianos del movimiento islamista Hamás en un festival de música electrónica en el sur de Israel. "Me la destrozaron, por eso no me la dejan ver completa", señaló su padre, Julio Rubio.
Conforme avanzaban los actos en el cementerio Har Hamenujot, el panorama era aún más desgarrador para la familia de Ivonne Rubio, madre de un niño de 4 años.
Al ver el cuerpo que yacía en una loza fría y entre una especie de bolsa de tela, el señor Rubio se abalanzó sobre él, en medio de dolorosos gritos ante semejante escena. "Está destrozada ahí donde está, ese es el resultado del terrorismo", afirmó frente a los cientos de asistentes.
El dolor de la madre de Ivonne no era menor. Doña Gloria gritaba desconsolada: “Me mataron a mi niña, desgraciados, me la mataron".
En medio de la ceremonia para despedir a Ivonne hablaron también el alcalde de Jerusalén, Moshe Lión, sus compañeras de trabajo y del servicio militar y amigos de la familia, muchos de ellos colombianos.
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La joven, que era trabajadora de una universidad y también trabajaba de modelo, estuvo desaparecida desde el sábado 7 de octubre hasta la mañana del miércoles, cuando el Ejército israelí notificó a su padre que habían podido identificar su cuerpo mediante una muestra de ADN.
A su entierro asistieron también familiares y amigos de su pareja Antonio Macías, padre de una niña de seis años y también colombiano, cuyo paradero aún se desconoce.
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Muchos de los presentes retransmitieron la ceremonia por videollamada a familiares y amigos en otras partes de Israel y en Colombia, mientras otros recibían en sus teléfonos móviles las alertas sobre el lanzamiento de cohetes a las comunidades del sur cercanas a Gaza en el marco del incesante intercambio de fuego en la zona.
Tras una oración religiosa judía, el cuerpo de Ivonne fue trasladado en una camioneta al sitio en el que fue enterrada y sobre el cual se colocaron arreglos florales.
Según relató Julio, las últimas palabras de su hija tras el comienzo del ataque fueron: "Papi, estamos en guerra. Estoy corriendo hacia un búnker".
"Cogieron unos niños inocentes que estaban en una fiesta para atacarlos de una brutal manera, desarmados, sin uniforme y sin nada. Ellos no estaban representando a nuestro Ejército, ellos estaban en una fiesta y estos vulgares asesinos nos los atacaron salvajemente", denunció el padre de la joven sobre el que hasta ahora es el episodio más sangriento de esta guerra tras recuperarse al menos 260 cuerpos sin vida.
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Múltiples ciudadanos latinoamericanos fueron asesinados, secuestrados o heridos en el ataque al festival y a comunidades israelíes de la zona.