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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump , cumplió un mes en la Casa Blanca este 20 de febrero. Un tiempo en el que ha firmado 68 órdenes ejecutivas, una cifra sin precedentes en los últimos 40 años en ese país.
Este ha sido un mes en el que el líder republicano ha expandido los poderes del Ejecutivo, redibujando el país a su medida, y ha aplicado una política exterior de corte transaccional. Pero también en el que ha cazado varias peleas. Aquí un repaso por cinco disputas internacionales que enfrenta y por qué generan discusión en buena parte del mundo.
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Los aranceles son los impuestos que se aplican a los bienes que se importan o se exportan, y Trump los ha usado como una herramienta de presión para obtener concesiones.
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Con esta estrategia, Trump ha logrado forzar a cada país a sentarse a negociar con Estados Unidos, siempre con el objetivo de que Washington salga ganando. Lo hizo, por ejemplo, con Canadá, México y China, aunque con los dos primeros negoció un aplazamiento. Pero su guerra comercial continuó con el aluminio y el acero, a cuyas importaciones les aplicó aranceles del 25%.
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Para Cristian Rojas, jefe del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana, "la estrategia de los aranceles tiene una dimensión más internacional y otra interna. La internacional es que le sirve a Estados Unidos para presionar a otros países, a que respondan a sus intereses".
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Rojas menciona, por ejemplo, el caso de Colombia, que "sirvió de conejillo de indias para eso. La tensión que hubo ese domingo con el gobierno de Gustavo Petro por las deportaciones, pues tuvo como contraparte los aranceles por parte de Estados Unidos, que hizo que Colombia cediera muy pronto y Estados Unidos pudo mostrarle al mundo que esa era el arma poderosa que iba a usar y la usa entonces después con Canadá y México, que también muy pronto buscan a Estados Unidos para negociar".
"Entonces está claro -sigue Rojas- que funciona porque Estados Unidos tiene el mercado con mayor poder adquisitivo del mundo, un mercado además enorme, mucho más que por ejemplo el europeo, y sabe que todos quieren llevar allí sus productos y sus servicios a sus ofertas y pues no podrán hacerlo si no están alineados con el gobierno de Estados Unidos”.
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Para analistas, es claro que Trump seguirá recurriendo a la estrategia de los aranceles, pues su administración ya se dio cuenta que las amenazas en ese sentido funcionan. Con Panamá, por ejemplo, consiguió que ese país no renovara su acuerdo con la Ruta de la Seda de China, rival de Estados Unidos, y otorgara libre tránsito por el Canal a los buques de la Armada estadounidense.
Otra de las principales batallas de Trump es la migración. El mismo día que asumió el cargo, declaró emergencia nacional en la frontera de Estados Unidos con México y desplegó a 15.000 militares para "proteger" esa zona y repeler lo que calificó como "formas de invasión".
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En su guerra contra la migración, que lo llevó incluso a protagonizar una crisis diplomática con el presidente de Colombia, Gustavo Petro, Trump ha emitido numerosas medidas de mano dura, contra esa población, como redadas en lugares públicos, la descontinuación de la aplicación CBP One para programar citas de solicitudes de asilo y la interrupción indefinida de solicitudes migratorias de personas que llegaron a ese país a través de programas de su sucesor, Joe Biden, entre ellas los colombianos que se beneficiaban del programa de reunificación familiar.
Desde la campaña presidencial, Trump anunció que su propósito era adelantar una deportación masiva de migrantes en situación irregular, una población que hoy se estima en 11 millones de personas.
Lo cierto es que expertos advierten que, si bien ya se han dado las primeras deportaciones, lograr una cifra como la que ambiciona Trump no solo resultaría muy costoso para el Gobierno de Estados Unidos, sino que también sería contraproducente para la economía de ese país, pues buena parte de su fuerza laboral, en especial en sectores agrícolas y de construcción, está hoy conformada por personas extranjeras, muchas de ellas en situación irregular.
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Otros frentes de Trump son meramente geopolíticos. En relaciones internacionales, su estilo ha sido más transaccional, aplicando a la política esos principios que quizás aprendió en el mundo de los negocios inmobiliarios. Y un ejemplo claro de ello es la guerra en Ucrania.
Trump ha intentado este primer mes alcanzar la paz. Su objetivo, sin embargo, es que Estados Unidos siempre gane algo, aunque eso implique sacrificar alianzas. En el caso de Ucrania, puso fin al frente unido que Estados Unidos y la Unión Europea mantuvieron contra Rusia durante los tres años de guerra y ha optado por negociaciones directas con Moscú, excluyendo al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, a quien ha calificado de "dictador".
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“El cambio de estrategia de Estados Unidos claramente es un acercamiento a Rusia los republicanos criticaron mucho durante la administración Biden el gasto que les parecía excesivo de apoyo a Ucrania, excesivo e inefectivo, utilizando los recursos de los contribuyentes estadounidenses. Entonces, atacaron mucho a los demócratas por eso entonces es normal también que desde esa perspectiva de mirar a su público internamente pues cambien la mirada hacia Rusia y tratar de ver qué es lo que se puede conseguir con Putin. ¿Qué tanto será eso un detrimento de Ucrania? Pues habrá que verlo cuando avancen las negociaciones", afirma Roja, de la Universidad de La Sabana.
Para quienes han estudiado de cerca esta guerra es probable que Ucrania pierda parcialmente, pues es evidente que ninguna salida iba a significar una derrota total de Vladimir Putin. El destino de Ucrania en manos de Trump como una suerte de intermediario es incierto, pero representa una alternativa, de la que sin embargo aún se conoce muy poco.
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De otro lado, está la crisis humanitaria en Gaza por cuenta de la guerra entre Israel y Hamás. El republicano ha mostrado su cercanía al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien, de hecho, fue el primer mandatario que recibió en la Casa Blanca como invitado.
También propuso que Estados Unidos tome el control del enclave para transformarlo en un desarrollo inmobiliario que llamó la "Riviera de Oriente Medio", sin que los palestinos desplazados tengan derecho a regresar, una idea que provocó el rechazo de los aliados tradicionales de Washington en la región, como Egipto, Jordania y Arabia Saudí.
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Roja señala, sin embargo, que “Estados Unidos no puede decir que se va a hacer cargo de Gaza, que va a reconstruir Gaza, porque la promesa de Trump es que Estados Unidos no va a estar allí resolviendo los asuntos que no son suyos, y mucho menos invirtiendo los recursos de los estadounidenses en escenarios que no son prioridad, no deberían ser prioridad para Estados Unidos".
Pero, pese a las tensiones que le ha significado la propuesta, Trump insiste en ella y con esta postura ha dejado claro que, en su segundo mandato, no hay titubeos: su estrategia, parece ser, será presionar a todos, tanto dentro como fuera de Estados Unidos, para imponer su voluntad.
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Por último, está el duro golpe que Trump le ha dado a la cooperación en el primer mes de su segundo mandato, con decisiones que suponen un retroceso en los esfuerzos internacionales contra la crisis climática y las emergencias sanitarias globales.
El día de su llegada al poder rompió con el Acuerdo climático de París, con la Organización Mundial de la Salud (la OMS), así como con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (la OCDE). También pausó las ayudas de Usaid, la institución que aporta ayudas a países en vías de desarrollo y cuyo beneficiario principal en América Latina era Colombia, que recibía unos 413 millones de dólares para distintos proyectos locales.
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“Usaid, seguramente, va a desaparecer porque ya incluso ese nombre ha sido ya demonizado para el público estadounidense y particularmente para las bases del actual gobierno pues Usaid es algo malo. Porque además han utilizado ejemplos claros que podrían parecer como elegir el caso controversial para poder tener un discurso efectista, pero también es cierto que han ocurrido estas inversiones que los estadounidenses no entenderían por qué se hace esto con su dinero", explica Roja.
Y agrega que, en todo caso, "eso no se limita únicamente a temas controversiales como los de género, sino que incluso hoy Trump critica la inversión en 25 millones de dólares en biodiversidad en Colombia, porque dice, bueno, ¿y esto qué le interesa? ¿Por qué le interesa al ciudadano estadounidense que está pagando sus impuestos?".
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En apenas un mes Trump no ha ahorrado esfuerzos por intentar cambiar las reglas del juego dentro y fuera de Estados Unidos. Los efectos de esas decisiones ya se están empezando a evidenciar, mientras la comunidad internacional permanece atenta a los pasos del líder republicano, que irrumpió por segunda vez en el tablero, y esta vez con un espíritu arrollador.