Con mantas en el suelo, sobre pedazos de cartón o en pequeñas carpas, la gente espera a que el personal del centro de oxígeno Criogas en El Callao, la ciudad portuaria contigua a Lima , inicie la rutina de cada mañana: revisar con la policía la lista de quiénes hicieron fila y anunciar cuántos cilindros se pueden llenar para surtir a pacientes de COVID-19.
La segunda ola de la pandemia ha disparado la demanda de oxígeno medicinal, cuya escasez provoca situaciones dramáticas a diario en varias zonas de América Latina.
"Ayer hicimos largas colas, estoy desde las cinco de la mañana y llegué tarde, porque hay gente que lleva dos o tres días", dice Yamil Antonio Suca, un estudiante universitario de 20 años de edad.
La preocupación de Yamil es "que pueda avanzar" la fila y llegar a rellenar su cilindro el mismo día, sin tener que aguardar otra noche y otro día. "Mi papá tiene COVID, tiene 50 años y necesita el oxígeno, su saturación está muy baja", cuenta con pesar en su voz.
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La vida por un suspiro
El centro Criogas tiene mucha demanda por sus precios bajos.
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Pernoctar en las calles del puerto esperando por un tanque de oxígeno significa no tener un sitio óptimo donde dormir, comer o atender sus necesidades, y soportar la bajada de temperaturas durante la noche, con los fuertes vientos que caracterizan a la zona.
Con las luces del amanecer, llegan algunos vendedores ambulantes que ofrecen pequeños desayunos de pan con aguacate, o simplemente café, para quienes ya llevan entre nueve y 12 horas de espera.
Miguel Ángel, un trabajador de 22 años, dice que tiene el número 124 para la atención. "Tenemos una familiar de 89 años que está delicada y estamos haciendo esto por ella" explica, acompañado de su primo, quien llega para relevarlo en la espera.
La lista de espera, organizada por algunos efectivos de la policía peruana, es revisada por la mañana para comprobar que nadie adelante el turno y también evitar la llegada de revendedores que aprovechan la crisis para lucrarse.
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Así, tras llamar por nombre y apellido y marcar cada cilindro, se inicia el llenado, en turnos de 10 personas cada 45 minutos, hasta las cinco de la tarde.
En medio de la preocupación, hay llantos y abrazos de solidaridad: un balón de oxígeno puede hacer la diferencia para un paciente en estado crítico.
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"Mi mamá está delicada, tiene 69 años", relata Yulisa Torres, de 46, que trabaja en el área de transporte.
"Si no llevamos el oxígeno se nos muere, pero con el favor de Dios saldremos adelante", dice.
La segunda ola de la pandemia golpea sin pausa a varias regiones peruanas desde inicios de enero, luego de registrar un alza notable de casos a partir de las fiestas navideñas y fin de año.
Lima y otros siete departamentos cumplirán un confinamiento obligatorio del 1 al 14 de febrero para tratar de frenar al virus.
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Perú registra más de 40.000 muertos por COVID-19 y 1,1 millón de contagios desde que la pandemia irrumpió en marzo.