El Reino Unido se convirtió este lunes en el primer país en utilizar la vacuna de fabricación británica AstraZeneca/Oxford contra el COVID-19, en la que puso sus esperanzas de superar una pandemia descontrolada que obligó a mantener cerradas numerosas escuelas.
Con más de 75.000 muertes, el Reino Unido es uno de los países de Europa más castigados por el coronavirus. Casi 55.000 personas dieron positivo en las últimas 24 horas, superando el umbral de 50.000 por sexto día consecutivo, según datos oficiales del domingo.
El país, que ya ha inoculado a un millón de personas con la vacuna desarrollada por Pfizer/BioNTech, que también fue el primero del mundo en aprobar, se enfrenta a una nueva ola de contagios desde el descubrimiento en diciembre de una nueva cepa del coronavirus entre 40% y 70% más transmisible que las anteriores.
Casi 80% de la población de Inglaterra se encuentra reconfinada y la vuelta a los colegios tras las vacaciones navideñas tuvo que ser cancelada en numerosos lugares, en particular en Londres y el sudeste de Inglaterra, especialmente afectados por el aumento de infecciones.
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Así, los alumnos de educación primaria y secundaria no volverán a las aulas hasta dentro de una o dos semanas, según los casos. La oposición laborista presiona sin embargo al gobierno conservador de Boris Johnson para que imponga el cierre de las escuelas a nivel nacional.
Acelerar vacunación
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En este contexto, la distribución de la vacuna AstraZeneca/Oxford, un "logro fantástico" de la ciencia británica según Johnson, más barata y fácil de conservar que la anterior, de la que el país ya encargó 100 millones de dosis, aparecía el lunes como el único motivo de esperanza.
Brian Pinker, un jubilado británico de 82 años que precisa de diálisis debido a un problema de riñón, recibió en el Hospital Churchill de la Universidad de Oxford esa vacuna "nacional", informó el servicio público de salud (NHS), precisando que ya dispone de 520.000 dosis listas para ser distribuidas.
Con el rostro cubierto por una mascarilla, Pinker, exencargado de mantenimiento originario de la ciudad, se arremangó el polo delante de las cámaras para que la enfermera jefe del Hospital Churchill de Oxford le pusiera la inyección.
"Estoy muy contento de recibir esta vacuna del COVID hoy y muy orgulloso de que se haya inventado en Oxford", afirmó.
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"Esta vacuna lo significa todo para mí, en mi cabeza es la única manera de recuperar un poco de vida normal", afirmó.
Para la enfermera Sam Foster "fue un verdadero privilegio haber podido administrar la primera vacuna Oxford/AstraZeneca aquí en el Hospital Churchill, a unos pocos cientos de metros de donde fue desarrollada".
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Espaciar las dos dosis
Brian "estuvo genial. Estaba ansioso por administrársela. No dudó y dijo que no sintió nada tras el pinchazo. Es en gran paciente y un gran defensor de esta vacuna", agregó Foster.
Según los científicos británicos la vacuna ofrece protección a partir de 22 días después de la primera inyección y durante al menos tres meses.
Por este motivo, y para llegar a una población lo más amplia posible, las autoridades sanitarias inglesas decidieron espaciar considerablemente, hasta 12 semanas en lugar de las 3 inicialmente previstas, la administración de las dos dosis necesarias.
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Más de 21.000 personas estaban hospitalizadas con síntomas graves de COVID-19 en Inglaterra la semana pasada, superando los peores niveles registrados en la primera ola de la pandemia en abril.
Aunque Johnson sigue insistiendo en mantener su sistema de restricciones locales, el domingo tuvo que admitir en un destacado programa político de la BBC la necesidad de reconocer "el impacto de la nueva variante del virus".
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"Es posible que tengamos que hacer cosas en las próximas semanas que serán más difíciles en varias partes del país". El cierre total de las escuelas, una medida adoptada a fines de marzo en la primera ola de la pandemia, "es una de esas cosas", advirtió.