Unaabuelita de 82 años perdió las piernas en un trágico accidente de tránsito, luego de ser atropellada por un conductor de bus que se negó a transportarla, asegurando que en una ocasión anterior la mujer no había pagado el pasaje.
Los hechos se presentaron en Newcastle, Inglaterra, cuando la mujer, identificada como Joan Scott, quien en ese momento padecía de Alzhéimer, intentó abordar un bus estando sola. Inmediatamente, el chofer cerró las puertas del medio de transporte público, sin contar que el bastón de la abuelita había quedado atrapado.
La mujer llevaba el bastón amarrado en la muñeca por seguridad. Sin embargo, esto ocasionó que se cayera cuando el vehículo arrancó. Scott fue arrastrada un par de metros, colgando de la puerta, hasta quedar atrapada bajo las llantas traseras del bus.
Durante 45 minutos la abuelita permaneció debajo del vehículo mientras era auxiliada. Producto de sus heridas, los médicos tomaron la determinación de amputarle ambas piernas, ya que no se podía hacer nada para rescatarlas. La pierna izquierda fue cortada por encima de la rodilla, y la derecha por debajo.
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El conductor, identificado como Scott Cliff, de 49 años, fue encarcelado durante 27 meses, después de admitir que causó lesiones graves y permanentes por conducir peligrosamente. En el juicio realizado el jueves, 27 de julio de 2023, el tribunal de la corona de Newcastle escuchó cómo este evento dejó traumatizada a la mujer.
Asimismo, testigos del accidente aseguraron haber visto a la señora Scott sosteniendo sus manos hacia la puerta, por lo que el conductor pudo haberla ignorado. “Tengo la impresión de que cerró las puertas para evitar que ella subiera y miró hacia adelante porque no quería hacer contacto visual”, señaló el juez Roger Thomas.
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Familiares de la víctima declararon que desde el día del accidente, nada ha vuelto a ser igual. Sarah, la nieta de Joan Scott, dejó su trabajo para convertirse en cuidadora de su abuela y así no tener que internarla en un hogar de ancianos, pero asegura que desde que perdió las piernas, la mujer llora a menudo, desconsoladamente, mientras frota sus muñones: “Ella no es la abuela recuerdo. Ahora es alguien diferente”.