La vida de Elsie Kyle cambió por completo después de que un caimán
de dos metros le fracturase las piernas mientras paseaba a su mascota. Ahora, con secuelas físicas por el dramático accidente, lleva un proceso legal en contra de la comunidad en la cual vivía por los daños causados.
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La mujer de 82 años, relató a The Telegraph su casi fatal encuentro con el mundo animal, cuando el 2 de diciembre de 2021 fue interceptada por un reptil mientras paseaba a su perrita Lulu cerca a un algo artificial de su casa en la isla Hilton Head, en Carolina del Sur, Estados Unidos.
“Miré hacia abajo y vi este enorme caimán, un tipo bastante grande, especialmente porque solo mido 1.58 c.m., y se me puso la piel de gallina”, comentó aterrorizada la mujer, quien estaba tratando de recuperarse de la perdida de quien fue su esposo durante 28 años.
“Traté de huir, pero perdí el equilibrio. El caimán saltó del agua y me mordió las piernas. Ese fue el primer bocado. Estaba tan conmocionada que no sentí ningún dolor”.
En una decisión desesperada por salvar su vida, la octogenaria le metió el dedo en el ojo al animal, algo que tiene marcado en su memoria porque "estaba húmedo y asqueroso”. Ante esto, el reptil le realizó la tirada de la muerte, una acción que consiste en girar a su presa sobre su eje para desorientarla.
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Sus súplicas fueron escuchadas por un par de vecinos, quienes unieron sus esfuerzos para intentar sacarla del agua, sin embargo, el animal solo la soltó cuando le dieron un golpe con una pala en la cabeza.
Mientras era llevada a emergencias, por su mente solo pasaba el pensamiento de que perdería las piernas, pero los profesionales de la salud no creían siquiera que la mujer pudiera sobrevivir al ataque.
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Durante dos semanas, Kyle fue sometida a múltiples cirugías para lograr salvarle la vida, muchas de ellas también con el propósito de no tenerle que amputarle las piernas.
Casi dos años después, aún tiene en su mente el recuerdo vivo del ataque y sus piernas atravesadas por barras de metal e injertos de piel.
“Ni siquiera puedo empezar a contarte por lo que he pasado. El caimán no me mató, pero ciertamente me quitó lo que me quedaba de una vida normal", comentó la mujer, quien hoy no puede caminar sola y debió pasar a vivir a un centro asistido para ancianos.
Aseguró que siempre estuvo consciente de la presencia de los caimanes en la zona, debido a que vivió por más de tres décadas en ella.
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Sin embargo, dice que muchos miembros y desarrolladores de la comunidad privada en la que residía están creando hábitats artificiales que invitan a dichos reptiles a traspasar los límites, por lo cual demandó al lugar por “permitir que persista una condición irrazonablemente peligrosa e insegura” y “no tomar las medidas adecuadas para evitar que los caimanes ataquen al público”.
“Está bien, pero es necesario contar con un manejo básico de la vida silvestre y un monitoreo en el lugar para que las personas inocentes no resulten heridas o muertas”.
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