El flamante Museo del Arte Prohibido de Barcelona reúne obras muy diversas, como una escultura de Sadam Husein atado y en ropa interior, un Ronald McDonald crucificado o dibujos realizados por presos de Guantánamo, que tienen en común haber sido censuradas o denunciadas.
Abierto al público desde el jueves 26 de octubre, este museo expone 42 propuestas que fueron objeto de algún tipo de censura o denuncia por distintos motivos, sobre un total de 200 obras que el periodista y empresario catalán Tatxo Benet comenzó a coleccionar hace cinco años.
En sus salas, dispuestas en dos alturas de un edificio de Barcelona, pueden encontrarse desde obras de Goya, Picasso, Andy Warhol o Ai Weiwei, hasta una estatua del dictador español Francisco Franco metido en un frigorífico, por la que su autor, Eugenio Merino, fue denunciado, o un Cristo sumergido en orina del artista Andrés Serrano.
Desafiando los límites, muchas de ellas generaron controversia, aunque para Benet eso no es suficiente para entrar en su recopilación.
"Nosotros no coleccionamos ni mostramos en el museo obras escandalosas o polémicas, mostramos obras que hayan sido censuradas, agredidas, violentadas, prohibidas", explica en una entrevista con la AFP. "Obras que tienen detrás de ellas una historia. Sin esa historia, no estarían aquí", agrega.
El empresario, uno de los socios fundadores del grupo audiovisual Mediapro, comenzó sin saberlo su colección en 2018, cuando adquirió la obra "Presos políticos en la España contemporánea", que horas después sería retirada de la feria madrileña de arte ARCO.
La obra, que ahora se encuentra en otro museo, mostraba fotografías pixeladas de algunos líderes independentistas catalanes y generó una gran polémica.
Pero la obra que llevó a Benet a decidir construir la colección que deriva en esta muestra - única en el mundo, según la organización - fue 'Silence Rouge et Bleu' ('Silencio Rojo y Azul') de la artista franco-argelina Zoulikha Bouabdellah.
La instalación, una sucesión de alfombras de oración decoradas con unos tacones de aguja, generó malestar en la comunidad musulmana francesa en 2015 y la artista acabó decidiendo no exponerla. Ahora, ocupa una de las salas destacadas de este museo donde también hay trabajos de creadores "cancelados".
"Cualquier artista que no pueda mostrar su obra porque alguien se lo impide es un artista que está censurado y, por tanto, tendrá cabida siempre en este museo", explicó Benet.
Sin embargo, el dueño de las obras no considera que el arte haya perdido libertad en los últimos tiempos, ni tampoco teme que su museo sea objeto de represalias por contener propuestas sensibles.
"El hecho de tener obras tan diferentes juntas produce que los niveles de tolerancia del espectador se amplíen y el nivel de escándalo de la obra se rebaje", explica.