La mañana del 11 de septiembre de 2001 marcó un hito en historia contemporánea de la humanidad. Se venía a pique uno de los íconos de la cultura estadounidense. El corazón de Nueva York había sido herido con un certero ataque y, mientras el mundo veía en vivo la caída de las Torres Gemelas, Estados Unidos decidía el inicio de una guerra que construiría un nuevo orden internacional.
Esa misma noche, el presidente George W. Bush prometió castigar a los culpables y de inmediato lanzó una cruzada contra lo que el denominó el terrorismo internacional.
Hubo actos de guerra, nuestro país debe estar unido para tener una mayor determinación para solucionarlos. La libertad y la democracia están siendo atacadas. George W. Bush
Un nuevo discurso con una impronta muy clara: la lucha contra el terrorismo. Desde ese momento, el mundo no volvió a ser el mismo, cuenta Arlene Tickner, internacionalista de la Universidad del Rosario.
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“Creo que cambió de muchas maneras, pero el sentido más obvio fue el fenómeno del terrorismo, sobre todo el islámico. Adquirió una prevalencia en la agenda internacional que no había tenido anteriormente y esa prevalencia también dio lugar a nuevos intentos de intervención y otros aliados”, dice Tickner.
Sin titubear, las grandes potencias de occidente se sumaron a la cruzada. Pese al duro golpe, Estados Unidos quiso enviar un mensaje de liderazgo mundial, señala Florent Frasson, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Javeriana.
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“Estados Unidos estaba en un momento de introspección de saber si quería o no seguir promoviendo el orden liberal que había promovido con mucha ansia en los años 90, y algunos de los halcones seguramente habían visto en los atentados del 11S una oportunidad para demostrarle al mundo que seguían siendo los líderes, los policías del mundo”, dice Frasson.
Esa necesidad de no perder el liderazgo mundial fue la semilla de años de guerra en el Oriente Medio, que generaría un desgaste en las tropas estadounidenses. La poderosa nación del norte abrió dos frentes de guerra en este tiempo, Afganistán e Irak, y se propuso reestructurar el orden internacional a partir de su enorme poder bélico, pero a la larga el daño estaba hecho.
“Los comentarios que hizo Osama bin Laden después de los atentados no dejaban duda, el objetivo de estos actos terroristas era efectivamente polarizar a la sociedad estadounidense y, por extensión, la sociedad occidental y europea. Más allá de dar cuerpo y vida a este enfrentamiento de civilizaciones, 20 años después podemos ver que en los países europeos, en la mayoría de los aliados americanos, la polarización política es la que domina”, asegura el analista.
Pero no solo los efectos políticos fueron visibles, la cotidianidad también se transformó bajo el concepto de seguridad.
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NC: ¿Definitivamente, el mundo cambio después de estos atentados?
“Sí, el mundo cambió y la vida de las personas también cambió. La cantidad de medidas que tenemos a partir del 11 de septiembre no las teníamos y no es un asunto de seguridad, sino es un asunto de vida cotidiana. Por ejemplo, un aeropuerto no es igual antes del 11S, todas esas medidas de seguridad en las terminales de transportes en muchos países se deben a eso, pero también la supervigilancia que vivimos ahora, la cantidad de cámaras de seguridad que vemos en una ciudad”, explica el profesor de Ciencias Políticas.
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El mundo perdió la tranquilidad porque detrás del 11S vinieron nuevos ataques y un enfrentamiento entre el radicalismo islámico y occidente que aún no se resuelve.
“También vimos otros atentados terroristas. Lo vivió España con el atentado a la estación de Atocha, que fue un atentado enorme, por eso se sabía que no era ETA, aunque el Gobierno los culpó inicialmente por el número de muertos. Eso solo fue un ejemplo de lo que después vivió Londres, París y otros países del mundo. Por supuesto, también Turquía”, indica Cristian Roja, analista internacional de la Universidad de la Sabana.
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Y bajo el pretexto de la seguridad nacional, vino un millonario negocio.
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“Un efecto de los ataques del 11S fue el potenciar los grupos privados de seguridad, la privatización de la seguridad que vemos en manos de Estados Unidos, como en múltiples estados del mundo. Ha habido una subcontratación de funciones de seguridad en manos actores privados, entre ellos grupos de mercenarios, como los de Colombia”, dice la analista Arlene Tickner.
Perdió el mundo porque después del 11S se potenció la xenofobia, los discursos nacionalistas se hicieron más fuertes y la lucha contra el terrorismo paso por encima de los derechos humanos, dicen los analistas.
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“El terrorismo es un discurso político muy flojo que ha permitido a todos los gobiernos del mundo, sin importar su color político, modificar su retórica de integrar su semántica política, usar esta palabra del terrorismo para simplemente identificar a los que simplemente significan un peligro o una oposición al proyecto del gobierno”, dice el analista Florent, profesor de Ciencias Políticas.
Abu Bakr al-Baghdadi está muerto. fue el fundador y líder de ISIS, la organización terrorista más despiadada y violenta en todo el mundo.
Para los observadores, anuncios como este o la muerte de Osama bin Laden fueron triunfos parciales.
Porque, para ellos, las imágenes de la llegada de los talibanes a Afganistán marcan justamente el fracaso de una dolorosa y desgastante guerra iniciada 20 años atrás, el día en que Estados Unidos fue atacado en su propio patio.