En un pueblo entre las montañas del Cauca, que siempre ha sonado por haber sido durante años zona roja, blanco permanente de la guerrilla y un punto estratégico para el narcotráfico, hay una escuela llena de niños talentosos empeñados en que Miranda suene distinto y lo lograron.
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El profesor Jadín Charria sabe que en el Cauca la música puede sonar más fuerte que las bombas y la metralla, por eso, empuña una batuta y dirige una escuela musical y una sinfónica con 50 niños que opacan la violencia con la que han crecido en Miranda. Los Informantes los acompañó en la presentación más importante de sus vidas.