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Cabezote Los Informantes

Un chivo castrado desata 54 años de guerra en La Guajira: 163 muertos y un acuerdo de paz

El conflicto entre dos primos en La Guajira, iniciado por la castración de un chivo en 1962, dejó 163 muertos en 54 años. En 2016, varias familias firmaron un acuerdo de paz histórico.

Un chivo castrado desata 54 años de guerra en La Guajira: 163 muertos y un acuerdo de paz
En 1962, en La Guajira, Felipe Bonilla castró a un chivo, el animal preferido de su primo Ismael Cobo, sin imaginar que este acto desencadenaría una guerra sangrienta de 54 años.
AFP

En 1962, en La Guajira, Felipe Bonilla castró a un chivo, el animal preferido de su primo Ismael Cobo, sin imaginar que este acto desencadenaría una guerra sangrienta. Este problema no solo acabó con los hombres de ambas familias, sino que también involucró a generaciones enteras. Los Informantes documentó la firma del acuerdo de paz, el perdón y el fin de un conflicto de 54 años que dejó 163 muertos.

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Tras el autoexilio de Ismael, testigos aseguraron que murió solo y de pena.

Al día siguiente de haber castrado al chivo, le quemaron la casa y, desde entonces, se desencadenó una guerra entre primos, hermanos, sobrinos, cuñados y todos aquellos que llevaban apellidos como Campusano, Noriega, Fernández, Pérez, Pinto y Mejía, entre otros 40 más, en cualquiera de sus combinaciones.

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“De eso quedó lo que llamamos por acá la rencilla en la cuestión y en 1971 se revivió. Hubo dos asesinatos, incluso uno aquí en la calle principal de San Pedro, uno el 11 de agosto y el otro el 22 de agosto del mismo año”, afirmó Evelio Rafael Cobo, habitante de la zona.

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Por culpa del chivo castrado y la rivalidad entre los dos primos, los hombres mayores de 18 años que compartían la genética de las familias involucradas se convertían en blancos de revólveres, fusiles o escopetas. Eran amenazados de muerte. El miedo era latente en la comunidad.

“Ya había tres hermanos muertos, mis sobrinos quedaron todos pequeños y tuvieron que volarse para Venezuela, incluso nosotros no podíamos ni dormir a causa de la guerra, o sea, no sé si serían demasiados nervios o que en realidad circundaba alrededor de nosotros mucho peligro...Yo soy la única de la familia que ha llegado a 61 años y me siento privilegiada por eso”, reveló Adalgis Pérez.

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Y es que mientras en esas épocas los hombres se iban extinguiendo por la rivalidad y el crimen, las mujeres estaban cansadas de llorar y enterrar a sus hijos y maridos por culpa de una guerra ocasionada por un chivo. El desasosiego consumía a esta región.

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Por ello, familias enteras comenzaron a armarse y a huir del peligro. Aunque muchos no querían atentar contra la vida de nadie, era inevitable protegerse. Sin embargo, comenzó la lucha por el cese al fuego y la violencia en busca de la paz que tanto añoraban.

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Fin de una guerra tras 54 años


Se instaló una mesa de conversaciones en la Casa de la Cultura, en el municipio de Barrancas. “Concertamos en la mesa que nadie podía ir armado y la gente aceptó porque ya se sentían cansados de tanto problema, de tanto dolor, tanta tristeza y pobreza porque esto lo que trajo fue pobreza, ruina e ignorancia. Además, la falta de educación porque por cuestiones de la guerra la mayoría no se pudo preparar”, mencionó Evelio Rafael Cobo.

Después de tantos años viéndose como rivales, ahora tenían que verse como familia. Era un paso difícil para ellos, pero necesario para poner fin a una guerra incontrolable.

El 27 de septiembre de 2016, un día después de la firma protocolaria del acuerdo de paz entre las FARC y el gobierno, 47 familias sellaron su propia paz. El ingrediente principal para poner fin al conflicto fue la voluntad de cada uno de los involucrados y, por ello, cerraron un ciclo de una guerra que jamás tuvo sentido.

Reviva el capítulo completo de Los Informantes aquí:

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