Nelson lleva dos décadas preso injustamente. Tenía 64 años cuando el largo brazo de la justicia estadounidense lo secuestró en su propio país, Ecuador, y lo confinó en una cárcel de La Florida, a pesar de que hay evidencias fehacientes de que se actuó corruptamente en su contra.
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En los 90 él creó, con dos socios, una exitosa empresa enfocada en desarrollar sistemas automatizados para transportar ropa en grandes volúmenes. Las cosas iban viento en popa hasta que, con la chequera empresarial boyante, los dos socios de Nelson, tomaron un millón de dólares sin más.