“Nuestra idea grande es poder montar nuestro centro integral para niños con discapacidad, para nuestros mismos niños, donde nosotras podamos también crear microempresa para que podamos ser las mismas encargadas de ellos”: Jéssica Valencia.
Los médicos le insistieron a Jéssica Valencia que abortara. Le decían que la niña iba a nacer llena de complicaciones. Pero Jéssica, con su instinto de madre, se llenó de valor para sacarla adelante.
Jéssica se sentía desamparada. La epidemia pasó, el tema dejó de ser noticia y poco se volvió a hablar de esta generación de niños afectados por el zika. Hasta que se dio cuenta de que no era la única, que habían nacido muchos más bebés con microcefalia. Buscando apoyo, encontró a otras mamás en su misma situación y se le ocurrió que podían ayudarse entre ellas. Son un grupo de 22 que una vez al mes se reúnen en Neiva.
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