Hace 20 años, Luz Enith Paniagua vivió una de las experiencias más desgarradoras de la guerra en Colombia. Tenía 25 años cuando un grupo de paramilitares llegó a Putumayo y masacró al menos a 10 personas. A ella la acusaron de ayudar a las FARC, la violaron, la empalaron y, creyéndola muerta, la arrojaron a una fosa común. Los Informantes escuchó en el 2022 su doloroso testimonio.
“Es una matanza muy atroz y ellos hicieron una fosa y en la fosa echaron los cadáveres de la gente que mataban, yo fui uno de ellos, yo fui violada, empalada y enterrada viva. Yo duré tres días enterrada”, recordó la mujer.
El destino de Luz Enith pudo haber sido otro, pero la noticia de la masacre se difundió y, a los tres días, llegaron personas a dar cristiana sepultura a las víctimas. Para sorpresa de todos, Paniagua aún respiraba y tenía pulso.
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“A mí me llevan al hospital en Mocoa y ahí me salvaron la vida”, contó, reviviendo cómo tuvo una segunda oportunidad de vivir.
Pero la recuperación no fue fácil: estuvo en coma ocho meses y allí los médicos descubrieron que estaba embarazada.
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“Yo sí le peleé a los médicos porque ellos me debieron haber dado la oportunidad de decidir si lo quería o no lo quería”, afirmó Luz Enith, a quien no le gusta mucho hablar de su hijo.
Hoy, Luz Enith carga con las huellas físicas y emocionales de la violencia que sufrió. “Esas heridas son del día que me violaron y como con la motosierra, que me picaban los brazos”, relató.
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Las marcas en su cuerpo son un recordatorio constante de su martirio. Aunque al principio hablar de su historia le resultaba humillante y doloroso, con el tiempo y con tratamiento psicológico ha encontrado la fuerza para dar su testimonio y convertirse en una voz para quienes, como ella, han sido víctimas de la guerra en Colombia.
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Luz Enith transformó su dolorosa experiencia en acción. Hoy, es la representante legal de una veeduría que se dedica exclusivamente a apoyar a mujeres y hombres que han sufrido abusos tanto de guerrilleros como de paramilitares. Además, ha estudiado gerontología y cuida de los ancianos en su vereda en el Meta.
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