Durante décadas, el Pacífico colombiano ha guardado un tesoro tan valioso como el oro: la vainilla. Esta orquídea silvestre, además de ser un fruto exquisito en sabor y aroma, es uno de los productos que podría transformar los mercados globales. Un equipo deLos Informantes viajó hasta Bahía Solano y recorrió la selva en busca de esta magnífica joya.
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“No le llamaban la vainilla, sino que le decían el bejuquillo. En el baúl se guardaba la ropa doblada bien almidonada y en las esquinas se ponía el bejuquillo, más conocido ahora como la vainilla”, mencionó Juan Edilberto Pinilla, miembro del Consejo Comunitario Los Delfines.
La vainilla crece en territorios muy húmedos. Es la única variedad de orquídea que produce un fruto y se ha convertido en el condimento más costoso del mundo, después del azafrán. Actualmente, su valor en el mercado es de $2.000 por gramo, lo que equivale a $2 millones por kilo.
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Vainilla, producto de exportación
Robert Tulio González, egresado de la Universidad Nacional de Palmira, fue el primero que empezó a estudiar la presencia de vainilla en el Bajo Calima y Chocó. Desde entonces, miles de campesinos y agricultores apuestan por el cultivo de vainilla en sus fincas.
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“A nosotros como chocoanos y a la gente del Pacífico le inculcaron que la verdadera riqueza estaba en el oro. El oro tiene su valor económico, el oro del Chocó está en sus moléculas, está en su cultura. Y si hablamos de molécula que es un poco lo que a mí me salta en la piel, esas son las que vienen justo de la vainilla, del chocolate, del achiote, de la cúrcuma...La vainilla te activa todos los sentidos”, reveló la Mabel Torres, exministra de Ciencia, Tecnología e Innovación, quien es una de las personas que más ha estudiado y trabajado para que este producto sea de exportación.
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La riqueza de la vainilla en esta zona fue desconocida durante muchos años. Sin embargo, hoy en día esta planta promete un impacto económico y ambiental significativo. Asimismo, la población trabaja colectivamente para sacar adelante los cultivos y, con ello, obtener los recursos que este producto genera.
Un tesoro escondido en la selva
Aunque la vainilla es originaria de América, su expansión internacional ha sido fuente no solo de consumo, sino también de uso en la cosmética. No obstante, expertos aseguran que la vainilla cultivada en Colombia no tiene nada que envidiar a otros cultivos en el exterior.
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La agencia de Cooperación Suiza ha ayudado a crear espacios donde se registran las producciones de cada cultivador, lo que permite determinar cuánto se les pagará una vez lleguen los compradores.
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“La vainilla es como una alcancía que se tiene cerca de la casa. No lo podemos pensar como un negocio que vamos a vivir única exclusivamente eso”, afirmó Juan Edilberto Pinilla.
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Los cultivadores insisten en que Colombia debe reconocer la vainilla como una riqueza natural y, de la misma forma, fomentar que tanto los colombianos como los turistas la conozcan y valoren. Promover el turismo y la educación sobre esta orquídea no solo beneficiará a las comunidades locales, sino que también contribuirá al desarrollo sostenible y a la protección del medio ambiente.