El corazón de Paula Medina le funcionaba a media marcha y se le fue apagando lentamente en una agonía que duró dos años hasta que simplemente dejó de funcionar, pero ella tenía todavía mucha vida por vivir y muchas cosas por hacer. Una donante generosa le dejó un corazón fuerte y grande y Paula volvió a sentir en su pecho los latidos un nuevo corazón que la impulsa para disfrutar cada minuto de su nueva vida y de una segunda oportunidad.
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Cuando Paula Medina supo que le tenían que hacer un trasplante de corazón, creyó que no iba a sobrevivir, pues su hermana menor había fallecido después de una cirugía idéntica a la que necesitaba, pero consciente de las opciones que tenía y en especial por sus enormes ganas de vivir, recibió un nuevo corazón con éxito. Es tan fuerte que ya nada ni nadie la detiene.