Como si estuviéramos en el medioevo o en la inquisición, en pleno siglo XXI, siguen intentando curar la homosexualidad como si fuera una enfermedad o una aberración. Hacen exorcismos, ponen choques eléctricos y hasta violaciones correctivas, además del daño psicológico. Métodos que llaman terapia de conversión, pero que más bien son una tortura y lo siguen practicando en casi todo el mundo, incluido Colombia. La lucha para prohibir ‘curar’ lo que no tiene cura.
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Como si fueran terroristas, enfermos o poseídos, en pleno siglo XXI hay quienes pretenden ‘curar’ a los homosexuales con las mal llamadas ‘terapias de conversión’, una verdadera tortura que no cura nada y que en cambio deja secuelas psicológicas muy profundas como las que sufrió la activista trans Danne Aro Belmont cuando era una adolescente y sus papás pensaron que había que intentarlo todo para que dejara de ser gay. Los Informantes acompañó la cruzada para prohibir estas torturas disfrazadas de terapia.