En la década de los 60 y 70, Colombia exportó más de 40 mil monos tití a EE. UU. para estudiar diferentes enfermedades como el cáncer de colon. Pese a que ya no se realizan este tipo de estudios, muchas personas siguen cazando al mono tití cabeciblanco para venderlo en las carreteras como mascota.
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En el último año, la Policía Nacional incautó 37 mil animales entre mamíferos, reptiles y aves que estaban bajo el tráfico ilegal. A hoy, siguen siendo cifras alarmantes que preocupan, sobre todo, a las fundaciones que luchan por la supervivencia de este primate que está en vías de extinción.
Rosamira Guillén, directora del proyecto tití, ha dedicado más de 20 años de su vida para salvar y proteger a los monos titíes de la amenaza de la deforestación y de la caza. Fue dirigente del zoológico de Barranquilla donde conoció el trabajo de la primatóloga estadounidense Ann Shabash, con quien creó la fundación para salvaguardar a este primate.
“En Colombia hay otros titíes, pero este que tiene este pelaje blanco, así tipo rockero o Albert Einstein, nada más está en el Caribe. Ellos viven en familias como nosotros y protegen a los suyos aguerridamente. Además, tienen un papel muy importante en su bosque y es que ayudan a reforestar a través de las semillas que se comen y que van sembrando por el bosque”, aseguró Guillén.
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No obstante, este primate vive en el bosque seco tropical del país del que queda solo un 8% y que también está en peligro de desaparecer por completo. En la vereda Los Límites, a dos horas de Barranquilla, están concientizando a los habitantes para que protejan y eviten que el mono tití sea expuesto a la venta en las carreteras de la zona.
El tráfico ilegal de los monos titíes en Colombia
Según Guillén, existe un gran desconocimiento sobre el tráfico ilegal de animales silvestres. “Vas por las carreteras del Caribe colombiano y hay alguien vendiéndote un tití y la gente dice ‘hay que lindo, yo quiero uno para mi casa’ y lo compra y se lo lleva y no tiene ni idea que está cometiendo un delito, porque bajo la ley colombiana, traficar, tener o cazar animales silvestres es ilegal y te puede dar cárcel”.
La extracción de la vida silvestre trae consecuencias irreparables en los ecosistemas, como la pérdida de biodiversidad, desequilibrio en los espacios naturales y afectan de manera significativa el bienestar de los animales. Por ello, la directora de la fundación tití aseguró que alejar a un pequeño primate de su grupo es la muerte para muchos de ellos en el bosque.
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“Ese tití chiquitito que compraron en la carretera dejó atrás muchos muertos en el bosque, porque los titíes se defienden y se hacen matar con tal de proteger a sus crías. Sobre todo, que normalmente cazan a los más pequeños para que se domestiquen”, afirmó.
Una problemática que, a hoy, siguen evitando, pues la existencia de este primate se ha convertido en un símbolo de lucha por su conservación y la memoria ambiental de una región que conoce de fondo la violencia, el olvido y la devastación.
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