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Cabezote Los Informantes

Máximo Tedesco, el aviador que aterrizó en plena vía Panamericana para tanquear hace 40 años

Su historia parece sacada de una película, pero es real. A sus 83 años, Máximo Tedesco sigue creando aeronaves desde su hogar, en Cali, y elevándolas por el mundo.

Máximo Tedesco, el aviador

Cada cierto tiempo se conocen historias de colombianos que se convierten en leyenda y muchas veces son difíciles de creer. Pero por increíble que parezca, esta es real. En agosto de 1988, el tráfico de la vía Panamericana, a la altura de Cali , se detuvo por completo, pero no por algún accidente o manifestación, sino porque pocos podían creer lo que estaban viendo: un pequeño avión descendió del cielo, entró a una gasolinera como cualquier carro y llenó el tanque de gasolina corriente y volvió a despegar.

El piloto y artífice de esta hazaña fue Máximo Tedesco, un colombiano de origen europeo que, a sus 83 años, sigue llevando en sus venas la pasión por las aeronaves. “Yo dije: ‘tengo que mostrarle a la gente que volar es una estupidez, es muy fácil, es como manejar un carro, incluso más fácil’. Entonces se me ocurrió aterrizar en la Panamericana”, contó a Los Informantes con la seguridad de quien desafió las normas para probar un punto.

La vida en el cielo

Máximo nació en Cali, pero creció en Florencia, Italia, y desde niño se sintió fascinado por los aviones. Vivía con su papá italiano y su mamá luxemburguesa cerca de una pista privada, donde solía gastar los ahorros de su mesada para pagar vuelos de 10 minutos. “Después dejaron de cobrarme”, recordó. Regresó a Colombia en su juventud y en 1971 diseñó su primera aeronave: un autogiro, híbrido entre helicóptero y avión, pensado para fumigar cultivos o dar paseos familiares.

Máximo Tedesco, aviador colombiano
Máximo Tedesco fabrica y produce sus propias aeronaves en Cali -
Foto: Los Informantes

Su idea no tuvo gran acogida entre las personas, pero no se rindió y modificó su negocio para dedicarse a la fábrica de aviones ultralivianos. “Esto va a tener un auge mundial si hacemos las cosas bien”, pensó en ese entonces y lo demostró. En su taller ya ha construido más de 700 aeronaves. “No hay un solo accidente registrado, que no sea por estupideces de un tipo, pero nunca el avión ha tenido fallas”, afirmó con orgullo.

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El narcotráfico afectó su negocio

En los años 80, los aviones ultralivianos empezaron a atraer la atención de los clientes equivocados: los narcotraficantes. Estas aeronaves pequeñas, maniobrables y capaces de aterrizar en terrenos improvisados, se volvieron codiciadas. “Nos buscaron para comprarlas, pero les decíamos que estábamos muy ocupados”, reveló.

Aunque se negó a venderle sus productos a estos delincuentes, la asociación con la criminalidad afectó su negocio. En ese entonces halló una solución: “Yo trataba de introducir una aeronáutica nueva que venía de un país de locos. No podíamos decir que eran hechas en Colombia” y así, durante años, vendió sus aviones en el exterior sin revelar que estaban hechos en la misma tierra del temido y buscado Pablo Escobar. Sin embargo, las medidas de las autoridades nacionales e internacionales, así como los prejuicios, afectaron sus ventas y lo llevaron a la quiebra.

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Volvió a alzar el vuelo

Aeronave de Máximo Tedesco
Foto: Los Informantes

Actualmente, Máximo sigue viviendo en Cali y lidera una fábrica de aviones junto a su hijo Philippe y un equipo de 14 personas. Allí, con paciencia de artesano, se ensamblan prototipos que esperan clientes en distintas partes del mundo. Aunque ya no puede volar por restricciones médicas y normativas, su mente no deja de crear y ahora produce aviones, seguros y livianos, principalmente para labores agrícolas.

“Mi cerebro no para nunca, por eso tomo pepas para dormir desde que tenía 18 años”, aseguró. A sus 83 años, siente la urgencia de transmitir su conocimiento: “No quiero que esto se entierre conmigo. Quiero que la gente entienda que la vida no es seguir parámetros establecidos. La vida es romper los parámetros, pero con mucho conocimiento”.

Han pasado casi 40 años desde la histórica hazaña de Máximo Tedesco, la cual parece sacada de una película. Hizo historia y la sigue haciendo cada día en su taller, donde se resiste al olvido construyendo alas que, como él, no se rinden ante la gravedad.