Dos años después de un operativo militar que dejó 11 muertos en la vereda Alto Remanso, Putumayo, la comunidad sigue clamando por justicia y verdad. El 28 de marzo de 2022 se llevaba a cabo un bazar comunitario cuando 24 militares abrieron fuego en una supuesta persecución a disidentes de las FARC.
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La Fiscalía General de la Nación imputó cargos a 24 militares implicados en la masacre. De acuerdo con la versión oficial, el operativo iba dirigido contra Carlos Emilio Loaiza, conocido como alias Bruno, pero el disidente no fue ni capturado ni asesinado el día de los hechos.
Aunque las autoridades afirmaron que las víctimas eran delincuentes, organizaciones de derechos humanos y la comunidad local sostienen que muchos de ellos eran civiles inocentes. Una de las 11 personas asesinadas era Brayan Santiago, un adolescente de solo 16 años. Los Informantes conoció el doloroso testimonio de Rodolfo Pama, papá del joven, quien refleja el sufrimiento de una población que busca respuestas y consuelo.
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Con la voz quebrada, el padre recordó al menor y la sólida relación que tenían. “Después que yo quedé solo, él dormía conmigo, todo el tiempo. Era mi compañero de cama. Y verlo cómo era, no era malo. Era buen amigo, lo extraño”, relató Pama.
Brayan Santiago era el hijo menor de Rodolfo, con quien compartía todo. Le cuesta encontrar las palabras para referirse al adolescente que perdió la vida. “Mi hijo no era un guerrillero, él no sabía manejar un arma, nunca le enseñé a disparar un arma”, aseguró.
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Brayan Santiago Pama murió a pocos metros de su casa, en la vereda Alto Remanso, mientras estaba en un bazar que buscaba recaudar fondos para construir una placa huella. “Esto era por un falso positivo, como los 6.402 falsos positivos que hay en Colombia”, señaló Rodolfo a Los Informantes.
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Según su padre, el joven de 16 años tenía muchos sueños por cumplir, uno de ellos era aprender a tocar un instrumento musical. “Le gustaba mucho la música, miraba tocar un aparato que creo que se llama saxofón. ‘Papá, yo quiero tocar eso, quiero aprender’. Si yo tuviera plata, se lo compraba, vale como $2 millones. Sin embargo, le dije ‘si quiere yo lo saco para Bogotá y nos vamos para allá un tiempo para que haga sus cursos’”, recordó.
Rodolfo encontró a su hijo muerto a pocos pasos de la orilla del río Putumayo, cuando los militares pidieron más sabanas para cubrir los cuerpos. “Lamentablemente ya lo conocí, era mi hijo, me lo habían botado aquí, pero yo les grité que me mataran también. Y bueno, ya me arrastraron para allá donde estaba la gente y ya como a las 5:00 p.m. lo recogieron para llevárselo”, afirmó notablemente conmovido al recordar cómo halló el cuerpo de Brayan Santiago.
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Hay evidencia de que el cuerpo del menor se trasladó antes de la llegada del CTI a inspeccionar los 11 cadáveres. En una fotografía se ve sobre el suelo sin armas, en otra aparece una lancha con un fusil sobre el pecho. También hay pruebas de arrastre en el cuerpo.
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Rodolfo Pama no piensa parar en la búsqueda de justicia para su hijo. Él estuvo en Washington representando a las familias de las víctimas ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
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