El reconocido periodista Manuel Teodoro, director del programa Séptimo Día de Caracol Televisión, reveló detalles sobre su lucha contra el alcohol, una adicción que casi le cuesta la vida. En una entrevista en el podcast ¡Qué Locura!, de la también periodista María Elvira Arango, directora de Los Informantes, abrió su corazón y compartió las razones que lo llevaron a contar su historia de superación.
Un trastorno cuyos orígenes se remontan a su infancia
Según expertos, este es un trastorno que, lentamente y sin notarlo, hace que la persona se vuelva constante en el consumo, causando serios problemas y poniendo en riesgo la salud y la seguridad de quien tiene problemas relacionados con el alcohol.
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El caso de Manuel Teodoro, nacido en Nueva Orleans, Estados Unidos, es un tema que “respeta mucho porque es una enfermedad”. Un trastorno cuyos orígenes, según cuenta, se remontan a su niñez.
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A pesar de crecer en una ciudad multicultural, pasó la mayor parte de su juventud en Filipinas, junto a sus padres y hermanos. Según el periodista, creció en una familia donde “no supieron cómo mostrar amor. Ellos no supieron cómo ser papás. Ellos también tenían sus propios traumas”.
A pesar de eso, no los juzga y, por el contrario, aseguró que “no es su culpa”, pero la falta de amor y cariño por parte de sus padres marcó un camino de retos que tuvo que enfrentar.
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“Yo era chistoso y desarrollé un sentido del humor porque siempre estaba buscando atención de mis papás. Desde muy niño quería atención. Estaba diciendo ‘por favor, párenme bolas’”, reveló Manuel Teodoro en el podcast ¡Qué Locura! y añadió que solamente quería ser escuchado, visto y aceptado.
Las diferencias entre sus padres, una pareja que fue obligada a casarse por ella quedó embarazada, fracturaron la relación. En 1974, cuando Manuel tenía 14 años, la familia se trasladó a Colombia.
Tras el “divorcio violento”, como lo describió, Manuel regresó con su padre a Filipinas, donde inició el bachillerato. No obstante, el progenitor comenzó a vivir una vida de excesos, fiestas, mujeres y alcohol.
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¿Qué le pasó a Manuel Teodoro?
Con la difícil situación que estaba viviendo en ese país, decidió irse con su hermana a Colombia para pasar unas vacaciones en Bogotá. Sin embargo, el viaje resultó ser más largo de lo pensado, ya que su padre no quería que volvieran a Filipinas.
“Hubo por mi parte un rechazo a todo. Yo estaba muy lastimado. Mi papá no quiso que regresáramos a Filipinas. Le pedí que me enviara un tiquete porque no quería estar en Colombia y me dijo que no, que estaba feliz con su vida allá. Y mi mamá había encontrado una nueva vida aquí con su segundo esposo, era su vida y estaba en todo su derecho”, relató.
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No obstante, esa situación de abandono que sintió Manuel afectó profundamente su vida. “Por eso, muchas veces una persona termina traumatizada y necesitando después aliviar ese trauma”, dijo.
A los 16 años, empezó a llenar ese vacío refugiándose en el consumo de marihuana y alcohol. En medio de su rebeldía y con las ganas de escapar de un hogar en el que no se sentía valorado, terminó el bachillerato y realizó su carrera en periodismo en EE. UU. “Ya había un hábito de consumo de marihuana en ese momento. Algo de trago, pero en mi caso era más para sentir alivio”, subrayó.
En su búsqueda de aceptación y “aprobación” de las personas, hizo un gran esfuerzo por destacarse en su universidad. Allí comenzó a ascender en su carrera profesional en varios canales como CNN, pero el dolor que sentía desde niño no lo pudo llenar su éxito laboral.
“Yo quería la aprobación de mi mamá. Cero resentimiento y total perdón, pero ¿qué hacía? Entonces tomaba, tomaba y tomaba”, confesó, pues aunque pensaba que tenía el control sobre el alcohol, realmente este lo dominaba y no podía dejar de beber.
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El día que tocó fondo por el alcohol
“El trago siempre estaba presente”, dijo Manuel, quien aseguró que cualquier ocasión era propicia para beber. Todo cambió cuando tuvo que enfrentar un difícil momento en su vida con la depresión. La única solución que veía para liberar sus emociones era tomando.
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Todas las mañanas compraba cuatro botellas de vodka antes de ir a su trabajo. “Llegaba y me sentaba borracho, por la tarde, iba y me pegaba mi segundo peda. Así durante cuatro meses”.
El vendedor del local que Manuel frecuentaba lo hizo abrir los ojos debido a la condición en que lo veía. Un día le preguntó por qué no compraba una botella grande de alcohol, que le salía más barata. “Yo le dije que porque no me quería sentir alcohólico y él me contestó ‘pero si tú eres alcohólico, ¿no lo sabías?’'”.
El primer paso de la aceptación
En 2002, Manuel Teodoro asistió por primera vez en su vida a una reunión de Alcohólicos Anónimos. “Fue como una especie de abrazo de humildad, me sentí muy pequeño y sentí que había logrado algo muy importante”, señaló y afirmó que desde entonces empezó a asistir a esas reuniones, intentando recuperarse solo.
No obstante, no era nada fácil recuperarse de una enfermedad que ya estaba avanzada y recaer era más fácil que seguir intentando salir de esa situación.
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En 2006, tuvo uno de esos días en los que recayó en el alcohol y bebió tanto hasta el punto de perder el control. “Me la pegué con toda, estoy vivo de milagro después de esa rumba. Esa noche toqué fondo. Me acuerdo de que mi esposa me dijo ‘no quiero que tus hijos te vean así, te estás muriendo’”, confesó.
El primer paso fue la aceptación de que tenía un problema con el alcohol. Buscó ayuda para tratar su adicción. Se internó en FundaCreSer, donde estuvo 65 días con un plan que se extendió por varios meses. “Se tomaron el tiempo de ayudarme de verdad”.
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A sus secuelas emocionales se le sumó un infarto, hace 10 años, producto de los hábitos a los que estaba acostumbrado. Ya con 17 años en sobriedad, pudo darse cuenta de los daños que había causado a su familia y de los momentos que perdió por la rumba y el alcohol.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el alcoholismo es la tercera causa de muerte prematuras y de discapacidad en el mundo. En Colombia, el 2,5 millones de personas está en riesgo de caer en esa enfermedad.