Tras tres décadas de su muerte, Pablo Escobar sigue dando de qué hablar. La necropsia que le hicieron los médicos forenses y los detalles inéditos seguirán alimentando la leyenda de uno de los hombres más crueles de Colombia. El tanatólogo que arregló el cuerpo habló de lo que fueron las últimas horas del cadáver del capo antes del entierro. Esto dijo para Los Informantes en 2020.
“Y ahí comenzaron mis 24 horas con Pablo Escobar muerto, lo primero que vi fue mucha Policía, hombres de civil armados y vi dos cuerpos, uno de ellos era el de ‘Limón’, el escolta de Pablo y el mismo Escobar... lo primero que hice fue corroborar que sí fuera el”, recordó Omar Carmona.
Y sí era él, el hombre sin vida que tenía adelante era el narcotraficante Pablo Escobar Gaviria, el terrorista más buscado y temido del mundo, estaba inerte sin vida sobre una plancha donde se hacían las necropsias en el anfiteatro municipal de Medellín.
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Las últimas horas de Pablo Escobar
El 2 de diciembre de 1993, Omar Carmona se convirtió en la última persona que tocó a Pablo Escobar y el responsable de que ese cuerpo que había hecho tanto daño estuviera listo para irse de este mundo.
El tanatólogo pidió llevarse el cadáver a la funeraria para prepararlo adecuadamente, pero se lo impidieron. En este oficio se arregla y prepara el cuerpo antes de su despedida final.
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“Lo que yo hice en su momento es algo normal, es un trabajo, que me tocó este personaje, pero igual ese era mi trabajo”, aseguró sobre este atípico momento en su vida.
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Carmona detalló en Los Informantes cómo fue preparar el cuerpo del máximo líder del Cartel de Medellín. "Cuando lo estaba maquillando, le hacía con el polvo, en ese momento pensé ‘increíble, le estoy haciendo así al hombre más buscado del mundo, al que nadie se atrevía a contrariar ni a tocar, que yo creo que solo su mujer o su niña le tocaba la cara”.
En los años 80 y 90, las funerarias en Medellín eran un negocio muy agitado en una ciudad marcada por una guerra urbana desatada por los narcotraficantes y llegaban decenas de cuerpos por muertes violentas.
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“Tuvimos una época de toque de queda a partir de las 9:00 p.m., yo tenía un permiso especial, podía salir en el coche fúnebre a recoger cuerpos, pero era de mucho miedo”, señaló el tanatólogo sobre la ciudad que Pablo Escobar convirtió en la capital mundial de los homicidios.
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Así cayó el capo
Los primeros días de diciembre de 1993, Pablo Escobar negoció su segunda entrega con la condición de que sacaran del país a su esposa María Victoria, a sus dos hijos y a su nuera, pero nada le salió según lo planeado.
En ninguna parte del mundo los recibieron, los deportaron de regreso a Colombia y Pablo Escobar cometió el error que le costaría la vida: habló más de lo recomendado con su hijo Juan Pablo y lograron ubicarlo.
Sin embargo, Carmona tiene otra teoría de las razones por las que lo encontraron. “Gustavo Gaviria también me tocó (arreglarlo) y el hijo, el mismo día que mataron a Pablo por la mañana, dicen que pronto fue que lo torturaron y dijo dónde estaba el tío”, señaló.
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Pablo Escobar estaba acompañado por Álvaro de Jesús Agudelo, alias ‘Limón’, uno de sus lugartenientes y pieza clave de lo que quedaba del Cartel de Medellín. Tenía enemigos, estaba acorralado y desesperado por la suerte de la familia. Los tiros lo alcanzaron mientras caminaba descalzo por los tejados de una casa.
La leyenda de Pablo Escobar
Aunque el tanatólogo ya había preparado antes a otros criminales, tuvo miedo de enfrentarse Escobar, así fuera muerto. Tan grande era su poder, que hasta muerto intimidaba.
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“Pablo Escobar aún muerto sigue siendo una amenaza para la ciudad, porque había amenaza de que nos iban a poner una bomba en la funeraria si prestábamos el servicio, había amenaza de que querían secuestrar el cuerpo”, recordó.
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Por órdenes de la madre del capo, Omar recibió el encargo de arreglar al mismísimo Pablo Escobar. “Lo poquito que le pude hacer fue taponar sus heridas con algodón, maquillarlo, peinarlo”, señaló.
Se regó como pólvora la pregunta de si había fallecido por la bala de uno de los oficiales del bloque de búsqueda o si él mismo se había pegado un tiro, pues dijo muchas veces que prefería el suicidio antes de que lo sometieran las autoridades, pero Omar analizó el cuerpo de arriba a abajo y eso es pura leyenda urbana.
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Según el tanatólogo, el estado del cuerpo del capo le reveló - "sin ser un experto en criminalística o balística" - detalles de su muerte. "Cuando hay un tiro a quemarropa queda algo que se llama el tatuaje, el polvorín", alrededor de orificio y "Pablo no tenía eso", subrayó agregando que "yo me doy un tiro, pero no me doy dos en la cabeza; uno en el oído y otro en el temporal, no me los doy".
Aunque hayan pasado más de 30 años, la historia del capo se convirtió en leyenda: un legado de miedo y fascinación que aún perdura en la memoria colectiva de Colombia y el mundo.