El 10 de mayo de este año, en las playas de Barú, cerca de Cartagena fue asesinado Marcelo Pecci, el fiscal antimafia de Paraguay. Estaba recién casado y su esposa estaba embarazada. Un mes más tarde, la policía de Colombia capturó a los sicarios y ya fueron condenados. Queda uno suelto que debe andar en Venezuela y están a punto de señalar a los que dieron la orden. Si aquí se sintió el impacto de esos balazos que acabaron con la vida de Pecci, en Paraguay aún no se acostumbran a su ausencia. El vacío que deja un amigo al que le arrebataron la vida.
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Su foto está en cada despacho de las fiscalías de Asunción. Nadie pensó jamás que Marcelo Pecci iba a morir en una playa durante el mejor momento de su vida. Estaba al lado de Claudia Aguilera, su esposa, de quien se enamoró el año pasado. Los Informantes viajó hasta Paraguay y habló con sus amigos más cercanos, de sus hobbies y de su carácter decidido a encerrar a los mafiosos. Visitó la tumba y vio las cajas en donde está guardada parte de la vida que creyó sobre todo en la justicia. Así fueron los últimos pasos de Marcelo Pecci.