Si hay alguien en Colombia que haya sufrido y batallado contra el secuestro es Marleny Orjuela, una mujer con tremendo carácter que, en los peores tiempos de la guerra, cuando la guerrilla secuestraba al por mayor, creó Asfamipaz, una organización que está cumpliendo 25 años de activismo contra las inhumanas cadenas del secuestro y que tristemente todavía tiene mucho oficio. La vida por la libertad.
Marleny Orjuela tiene agallas y determinación, es una mujer que movida por el dolor del secuestro se empeñó en llegar a lo más profundo de la selva y no solo fue testigo de las jaulas de las FARC, sino que gracias a su valentía el mundo entero supo que el infierno existía. Los Informantes escuchó cómo se enfrentó al Mono Jojoy y a Manuel Marulanda para llevarle a policías y soldados secuestrados un abrazo de libertad y su labor no termina.
A raíz de la toma de la base militar de Miraflores Marleny Orjuela empezó su apostolado antisecuestro. Un propósito de vida que ya cumple 25 años. Nada menos. Un cuarto de siglo luchando contra el más abominable crimen de la guerra colombiana. Fueron 26 horas de feroz combate. La guerrilla arrasó y el balance fue tétrico: 35 policías y soldados muertos. Y 129 secuestrados, el primo hermano de Marleny fue uno. Ella decidió buscarlo en la boca del lobo.
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Eran los años más pavorosos de la guerra. Las FARC estaban envalentonadas con tomas como la de Patascoy, El Billar, Las Delicias, Mitú y Puerto Rico. Tenían en su poder a unos 300 miembros de la fuerza pública. Y serían muchos más. Esta mujer decidió plantarles cara. A las sanguinarias tomas de la guerrilla las familias de los secuestrados respondieron con otro tipo de tomas. Justamente estaban en la Plaza de Bolívar cuando lograron un triunfo inicial: desde lo profundo de la selva salió la primera prueba de supervivencia que el país conocería.
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Ella siempre dice el término ‘Héroes’ con sarcasmo. Critica que sea un término vacío. Dice que héroes debería significar respeto y derechos efectivos: a vivienda, a educación, a un buen salario, y a salud integral. Marleny considera que ningún gobierno se ha preocupado lo suficiente por los miembros de la fuerza pública.
Por muchos años, la lucha de Marleny fue como arar en el mar. La labor fue infructuosa hasta que a las jaulas de la infamia empezaron a llegar también políticos a los que la guerrilla les echaba mano en las llamadas ‘pescas milagrosas’. En 1998 decir las Farc era decir poderío militar, terror y control. Cómo sería que el presidente Andrés Pastrana, con miras a un proceso de paz, les concedió 42.000 kilómetros cuadrados. Un territorio algo más grande que Holanda. Se llamó, la zona de despeje y allí la guerrilla hizo y deshizo allí.
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Aunque las FARC se reincorporó con el proceso de paz, la misión de Marleny no ha concluido. Ella sigue reclamando a quienes nunca han regresado y haciendo memoria nacional. Resistir, insistir y persistir. Esa ha sido la valiente batalla de Marleny Orjuela contra el secuestro, un valioso legado que el país nunca, jamás, debe olvidar.