En una vereda de Usme hay una nueva disidencia de las FARC, pero al contrario de las otras, no volvieron al monte para empuñar un fusil por las dificultades en la implementación del proceso ni por la gran desilusión con sus excompañeros de armas y con propio partido los comunes. Con víctimas del conflicto, exguerrilleros han preferido hacer el acuerdo a su manera y honrar su promesa de paz con honestidad.
Un grupo de exguerilleros frustrados con sus antiguos comandantes, con el partido Comunes y con las dificultades de la implementación de los acuerdos de paz decidieron armar su propia revolución, pero por las buenas. Desilusionados principalmente con sus excompañeros de guerra, partieron cobijas con Timochenko y compañía para cumplir a su manera el Acuerdo de Paz. Los Informantes acompañó a esta nueva disidencia de las antiguas FARC que, alejados de las armas y la politiquería, buscan sembrar verdaderas semillas de paz.
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José Zamora, también conocido como Jesús Nariño durante su tiempo en las filas de las FARC, es crítico hacia el papel del Partido de los Comunes y los antiguos comandantes del secretariado de la exguerrilla porque, según él, abandonaron a la mayoría de los guerrilleros después de la firma del acuerdo de paz con el Estado colombiano, lo que ha generado una profunda división en la que fuera la guerrilla más antigua del mundo.
Rolando Acevedo, más conocido como Octavio durante su participación en la guerra y como miembro de la comandancia del Frente Jacobo Arenas, no se guarda ningún sentimiento hacia los líderes actuales del Partido de los Comunes, a quienes solía recibir órdenes en el monte. Rosa Piedrahita, exguerrillera que no solo depositó su confianza en el proceso de paz sino en sus antiguos comandantes, también ha sido testigo de ese abandono. José Zamora llegó a estar a cargo de la seguridad del comandante del Bloque Oriental, Jorge Briceño, conocido como ‘el Mono Jojoy’. La cárcel lo salvó de caer víctima de un bombardeo. Rosa, aun siendo una niña, ya empuñaba un fusil. Fue el proceso de paz el que no solo permitió que Rosa abandonara las montañas y el fusil, sino que también facilitó que Rolando y José salieran de las cárceles donde cumplían penas por rebelión. En total más de 13 mil combatientes dejaron la guerra.
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Sin transformaciones y con el sentimiento de abandono por parte del Estado y de su propio partido, unos 5 mil ex guerrilleros volvieron al monte en busca de armas, convirtiéndose en disidentes. Sin embargo, otros, como Rosa, José y Rolando, fundaron su propia disidencia, rebelándose contra sus antiguos comandantes, pero en lugar de empuñar armas, se aferraron a cultivar la tierra.