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Cabezote Los Informantes

La mujer de hierro: la resistencia de una líder social en el Pacífico colombiano

En Colombia, ser líder social no es solo un título, es un acto de coraje que implica enfrentarse al peligro. Elizabeth Moreno, conocida como La mujer de hierro, encarna este valor en el corazón del litoral del San Juan.

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El título del líder social en Colombia es sinónimo de peligro y no es exageración es que es un oficio de alto riesgo, pero también significa valor. Los líderes trabajan casi siempre sin recursos, en zonas rojas azotadas por el desorden público, asumen la defensa y la promoción de los derechos humanos en un país en donde no se respetan ni las más mínimas normas, es heroico. Por eso y más Elizabeth Moreno es una mujer excepcional, que hubiera más, muchas más Chavas en este mundo.

Mucho gusto, soy Elizabeth Moreno Barco, de la comunidad de Tocoromá, en el litoral del San Juan, representante ahorita del Consejo Comunitario General del San Juan y coordinadora del Foro Interétnico Solidaridad Chocó, Premio Nacional de Derechos Humanos y otras cosas más”. Le dicen Chava y esas otras cosas más de las que habla este mujerón se pueden resumir en una frase que la define muy bien ‘la mujer de hierro del Pacífico’, así de fuerte y de resistente es.

Líder social, resistente a todas las dificultades que se nos presentan o fue el nombre prácticamente que me dio la madre Carmen con algunos otros actores armados presentes en el territorio por las circunstancias y los enfrentamientos que a veces nos tocan con los mismos, pero yo soy la misma mujer alegre, contenta, me gusta la conexión, me gusta estar con las comunidades, el roce, el contacto, cuando me subo a una lancha a sentir la brisa en mi rostro, la lluvia que cae, el sol, la arena, entonces yo soy muy feliz en mi territorio”. Y como eso la hace feliz, nos pusimos una cita para recorrer algunas de las comunidades del río San Juan, que es como su oficina, porque se la pasa de arriba para abajo hablando con todos los que se le cruzan por delante, pero para ser claro, realmente ella lo que sabe hacer es escuchar.

Conversar con las comunidades para ver qué es lo que se necesita, qué hay que hacer frente a la situación que se está viviendo en el momento, visibilizar toda la problemática”. Llegamos desde Bogotá a Quibdó, dos horas después estábamos en Istmina, bajo un sol y una humedad brutales, y nos embarcamos con el equipo de ACNUR en Colombia, con chalecos y las insignias de prensa y de la ONG y los nervios bien templados por la zozobra, que se siente en la zona que es tan caliente como el clima.

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Es hermoso por las diferentes especies nativas que se encuentran acá, lástima que sea un territorio abandonado, azotado por el conflicto armado y por las muchas dinámicas que se presentan en él. Es un territorio que lo comparten dos actores armados”. Por el río todos la conocen. Esta mujer altísima, mide 1.75 m, con una sonrisa generosa, representa a 72 comunidades y ha sido fundamental para promover soluciones para el desplazamiento forzado, los acuerdos humanitarios y los ceses al fuego. La belleza de los paisajes que son como para quitar el aliento, también esconden dolor y mucha violencia.

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