Cuando la maestra Luz Nellis Camacho llegó a dar clases a una escuela en los Montes de María se encontró con balaceras y muertos, con familias abandonando sus tierras saliendo despavoridas por la violencia y la guerra estaba dejando su escuela sin lo más importante: los niños, pero ella en vez de tirar la toalla decidió buscar una solución enorme. Los Informantes pasó al tablero con esta maestra valiente y poderosa que se jugó su vida para cambiar la de toda una comunidad.
En este terreno donde estamos tiraban personas que mataban y aparecían muertas en este sitio. Era un cementerio al aire libre, justo en esta la tierra que pisamos mientras hablamos con la maestra Luz Nellis Camacho, esta tierra que hoy es una escuela, los guerrilleros y paramilitares que durante tantos años han atormentado la región de los Montes de María tiraban los cadáveres después de los asesinatos.
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“Entonces algunos padres familia, ‘no, yo para allá no voy porque es aún tiradero de muerto que hay ahí. Yo no voy a vivir ahí’”. Pero si de algo sabe a esta mujer valiente y sensible es del poder de la transformación, así que donde antes quedaba el botadero de cuerpos ella levantó una escuela y por donde antes pasaban niños convertidos en guerrilleros o paramilitares a fuerza de las circunstancias, ella trajo a otros niños y les enseñó a leer y a escribir; donde antes había miedo, muerte ella encontró su Tierra Prometida. "Si me pasó lo que pasó, si vi yo lo que vi, yo cuento eso para hacer un duelo, pero yo quiero vivir en paz y tranquilidad”.
La historia es la siguiente, la maestra Luz Nellis Camacho llegó hace 15 años a dar clases en una pequeña escuela perdida entre los Montes de María y el panorama que se encontró resultó aterrador: grupos armados de todos los calibres se paseaban por ahí amenazando, matando, las familias abandonaban sus casas en medio de la noche, salían desplazadas, la prioridad era sobrevivir no estudiar y la escuela por supuesto se fue quedando sin alumnos. Pero esta maestra poderosa y también terca, se empeñó en lo imposible: sin un peso en el bolsillo y sin contactos de alto turmequé, se consiguió este lote donde nos encontramos con ella y logró cambiar la escuela a este lugar que es más seguro y está menos metido en el monte.
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“¿Cuántos estudiantes tiene hoy? 147. Mejor dicho, usted pasó de tener 10 estudiantes en el colegio anterior a tener hoy 147 activos. Lo más importante es que el estudiante que viene a esta escuela es porque quiere estudiar”. Y no contenta con la nueva escuela le fundó un pueblo al lado para los estudiantes y sus familias, en una región donde hasta ir a estudiar puede resultar un oficio de alto riesgo, tocaba hacerles la vida más fácil a los papás y si Mahoma no iba a la montaña, pues la montaña iba a Mahoma, o en este caso, si el colegio no llegaba hasta donde vivían las familias, pues la profe le construía un pueblo para que los niños vivieran cerca al colegio.