Según el último informe de UNICEF sobre el conflicto armado e infancia las violaciones a los derechos de los niños, niñas y adolescentes en Colombia ha aumentado casi a un 50% en 2023. Como siempre, las comunidades indígenas son algunas de las más afectadas. Los Informantes viajó hasta un resguardo en el Pacífico Nariñense y conoció la historia de dos hermanos, huérfanos y que han crecido en medio de la guerra, pero han logrado esquivar su destino.
Los indígenas del pueblo Awá son reconocidos por ser la gente de la selva, y su filosofía les exige vivir en armonía, pero hace años que no han podido cumplir con el mandato de sentirse en paz, pues los enfrentamientos entre los grupos armados han impedido que esta comunidad cuente con tranquilidad.
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Hace 14 años, los hermanos Solanyi y Willington Guasaluzán, vivieron una tragedia en su hogar. La atroz muerte de su madre fue un hecho que los marcó para toda la vida. Las imágenes que recuerdan de ese día los llenan de nostalgia y aún se acuerdan cuando un hombre encapuchado los dejó sin familia.
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Ellos nacieron en las montañas tupidas del Pacífico Nariñense donde la guerra es rutina. A hoy, afligidos, callan todo lo que han tenido que soportar. Un año antes de la muerte de su madre, su padre fu acribillado a tiros. Crecieron viendo muertos que aún no se atreven a hablar. Además, muchos de los jóvenes quienes perdieron a sus padres como ellos, terminaron en las filas de algún grupo ilegal con sed de venganza. Por eso, nunca han podido sentir tranquilidad.
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“El sueño es vivir tranquilos, pero a veces es imposible. Imagínese desde pequeña y ahora, la violencia sigue, incluso empeora”, aseguró Solanyi Guasaluzán. Estos hermanos fueron de los pocos niños que han logrado cambiar el rumbo de sus vidas. Una tía de ellos salió corriendo para sacarlos de aquella masacre que vivieron, y les enseñó que su mejor desquite en la vida es el estudio.
La situación que vive el pueblo Awá es aterradora. Así lo hace saber el gobernador del resguardo El Gran Sábalo, Diego Pai. “A muchos de nuestros jóvenes Awá los han reclutado y eso ha sido una desarmonía en la seguridad”. Él comentó a Los Informantes hechos difíciles como las minas antipersonas que rodean escuelas y veredas, los asesinatos selectivos y la desaparición de jóvenes.
Una guerra en donde los más vulnerables son los niños
“No podemos saber en ningún momento cuántos niños y niñas hay en el conflicto armado, es imposible saberlo. Los pueblos indígenas tienen sus propios observatorios de derechos humanos y hacen lo posible por saber qué pasa, pero jamás vamos a conocer una cifra exacta porque no hay denuncias, hay miedo”, indicó Jorge Garzón, oficial de protección UNICEF Colombia.
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“El Pacífico colombiano es el territorio más afectado por el conflicto armado, hay diferentes situaciones, desplazamientos forzados, confinamientos, reclutamiento y uso de niñas y adolescentes por parte de grupos armados. Es la zona donde todas las alertas están puestas”, afirmó Garzón.
Lo que se sabe es que esta comunidad indígena pide a gritos un auxilio por su gente, y sobre todo por los niños quienes son los más vulnerables ante esta guerra. Por ello, Solanyi y Willington son un ejemplo de esperanza para aquellos que la están perdiendo. Pues no importa la cantidad de obstáculos y dificultades que han vivido, pues quieren luchar por ellos, su familia y su población.
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Actualmente, los dos hermanos son educadores. Ella da clases de danza, tiene un curso de tejido ancestral, además, es técnica de educación para la primera infancia y está estudiando administración de empresas. Por otro lado, él es profesor del colegio de la comunidad, tiene un curso de protección ambiental y se está preparando para ser licenciado en pedagogías humanitarias. Sin duda, son un ejemplo para todos los jóvenes, dan lecciones de vida y aportan una esperanza a su pueblo.