Muchas veces, el mejor impulso en la vida es el fracaso. Las frustraciones sirven de motor para avanzar. O si no que lo diga Germán Darío Gómez, el ciclista que lloró impotente al borde de una carretera en pleno mundial juvenil en Inglaterra cuando se le dañó la bicicleta. Así se pedalea y se convierte el llanto en un grito de gloria.
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Germán Darío Gómez es campeón de ruta sub-23, campeón Panamericano y campeón de Vuelta de la Juventud, pero lo aprendimos a querer cuando lo vimos llorando desconsolado y solo al borde de una carretera sin que nadie lo ayudara en un mundial de ciclismo. De eso, lágrimas, pasión y mucho talento están hechos nuestros deportistas.