“Si no me paga, se muere, plata o plomo”, así son las llamadas que reciben cientos de comerciantes víctimas de extorsiones por parte de delincuentes desde las cárceles del país. Y como si fuera poco, no solo los chantajean con acabar o dañar su negocio, sino que les advierten de atentar contra ellos o alguien de su familia.
Orlando Jiménez, representante de los comerciantes de la ciudad de Barranquilla, relató que tiene cerca de 10 mil tiendas a su alrededor, y que ha tenido que ver algunos casos fatídicos que terminan con la vida de los vendedores. Uno de ellos es el de Gerardo Reyes Vega, un vendedor que tenía su comercio en el barrio Chiquinquirá, en el sur oriente de la ciudad, y que fue asesinado dentro de su local.
Reyes había denunciado en su momento el chantaje al GAULA, quienes recepcionaron la demanda y lo acompañaron durante varios días en su negocio. Sin embargo, después de que los agentes se percataron de su seguridad, al no tener durante esos días llamadas de los delincuentes, se retiraron. A los ocho días posteriores, le hirieron con un arma de fuego, unos tiros que acabaron con su vida.
“Podríamos estar hablando de unos 20 mil establecimientos, de estos pueden estar pagando un 20% de extorsión”, aseguró Jiménez. “Si es una tienda de barrio le pueden quitar de $20 a 30 mil pesos semanales, pero cuando hay un pedido extraordinario piden una cifra cuantiosa como para que el comerciante se asuste y termine ofreciendo lo que está dentro de sus posibilidades”, agregó.
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Bogotá y Medellín son las ciudades donde está la gente más atemorizada de recibir alguna de esas llamadas, sin embargo, ninguna de las otras poblaciones está exentas de las extorsiones. El comercio está en jaque, lleno de pánico, económicamente quebrados y otros han muerto.
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Los responsables de este ataque son grupos o bandas que se ponen cuanto nombre se les ocurre para poder extorsionar a sus víctimas, eso sí, con arma en mano apuntando a sus negocios y lanzando tiros de advertencia. Así, se han ido adueñando no solo de las tiendas sino de barrios, localidades enteras e incluso de ciudades.
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Quien creería que detrás de esos muros anchos, pisos de cemento y vigilancia de 24 horas se encuentran unos cubículos, como si fuera un call center, donde salen las llamadas, las órdenes y piden plata. Solo basta de un celular para robar y atemorizar a sus víctimas, y lo hacen sin esconderse porque igual ya están detenidos.
“Usted verá hermano, si usted quiere que la papelería esa se la levante yo a plomo, se la queme completica o quiere ver si su hija paga las consecuencias. Yo ahorita lo que más me voy a gastar es un funeral que lo que nos va a dar a nosotros, ya te lo advertí de una buena vez hermano, para que no estés ahí metiéndote a los mensajes y no me respondas, es lo único que yo le voy a decir”.
En el 2023, se recibieron las denuncias de 9.871 casos de extorsiones, según cifras de la Policía Nacional, aumentando la cifra de 2022. “No están funcionando los inhibidores al cien por ciento”. “Hay uso de drones en las noches enviando o descargando elementos, entonces hay signos de modalidades que hacen que ingresen elementos, no toda la producción. Aquí monitoreamos las cámaras que están enfocadas en los 12 pabellones de alta seguridad de todo el país”, aseguró el coronel Daniel Gutiérrez, director del INPEC.
Además, mencionó que el año pasado se recogieron 35 mil celulares en todo el país y este año, alrededor de 2 mil dispositivos móviles en lo transcurrido de estos dos meses. Una cifra alarmante.
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Hay que tener en cuenta, que estás extorsiones no sólo van de voz a voz, de hecho, las redes sociales son las principales fuentes abastecedoras de datos para estos ladrones, pues el uso de las aplicaciones como Facebook, Instagram, TikTok, e incluso el registro de la Cámara de Comercio pueden ser un peligro para el chantaje.