Cinco niños, sin ser superhéroes, vuelan a 400 metros para ir a la escuela, tienen entre 6 y 11 años y se amarran a un cable para cruzar río Negro, que separa a Cundinamarca y al Meta. Ir a pie toma 3 horas y los expone a un puente roto. Un peligro latente que para ellos es como un juego.
Hace más de 60 años los campesinos de la zona instalaron el primer cable.
El niño coreano que viajó en una tula desde Corea hasta Colombia Andrés Parra, con hambre de cambiar, habla de su lucha contra la adicción a la comida