En 1987, un sospechoso incendio en Medellín devoró la vivienda en donde estaban varios de los 18 hijos de Bertha Castaño y, unas semanas después, dos de ellos fueron entregados en adopción a una familia que los llevó a Europa. Así las cosas, los pequeños estuvieron separados por años, hasta que la ilusión de volverse a encontrar con sus seres queridos en Colombia y las redes sociales lograron un casi milagroso abrazo.
El incendio que los separó
En el barrio El Salado, muy cerca de la Comuna 13 de Medellín, el 10 de enero de 1987 un incendio provocó una tragedia familiar. El hecho apenas si fue reseñado por el diario más leído de la capital antioqueña, El Colombiano, y no hay mayores registros del tema. Sin embargo, las cenizas quedaron marcadas para siempre en las vidas de los hermanos Castaño.
(Lea también: Médico que atendió tragedia de Armero abraza a la niña que trajo al mundo )
Ese 10 de enero en la casa estaban 7 de los 18 hijos de doña Bertha Castaño. Los pequeños dormían bajo el cuidado de Erika, de 12 años, mientras su madre no estaba y, aunque las causas del incendio no fueron determinadas, con hipótesis que hablaban de un intento de violación o de una vela encendida, lo cierto fue el caos de esa noche marcó el inicio de la separación de la familia.
Publicidad
“Algunos salimos prendidos en su momento, entonces yo tenía – tengo - algunas cicatrices. Cuando salimos, nos damos cuenta que el bebé no está, entonces nosotros regresamos, más sin embargo el bebé no estaba en la cama que debería estar y nos tocó salir porque el ardor era muy fuerte, nos obligó a salir”, recuerda aún con dolor Madeleine, una de las hijas que tuvo la señora Witer Zoe Castaño, más conocida como Berta Castaño, quien murió en 2022.
Tras el incendio, varios de los hermanos pasaron días y noches en las casas de familiares, pero los menores fueron llevados a un hogar de protección y, luego, dos de ellos, Jonathan y Duber, fueron adoptados por una pareja y llevados a Noruega. Aunque su hermana Madelein y su mamá intentaron dar con su paradero, no tuvieron éxito.
Publicidad
Años más tarde, con la llegada de las redes sociales, doña Berta Castaño realizó una publicación diciendo que estaba buscando a sus hijos perdidos, pero lamentablemente murió (en 2022) sin recibir una respuesta. Sin embargo, casi dos años después y desde Noruega, Duber escribió un post similar y así fue como empezó a gestarse lo que parecía imposible: un reencuentro.
(Lea también: La inspiradora historia de Moisés Fuentes, nadador paralímpico: “El deporte me devolvió la vida” )
Su vida en Noruega
Según cuenta Duber, quien además tiene un cierto parecido al cantante antioqueño Maluma, una pareja de profesores noruegos lo adoptaron a él y a Jonathan y nunca les ocultaron la verdad: que eran de Medellín, Colombia.
"No tengo casi ningún recuerdo de mi niñez en Colombia, pero mi hermano (Jonathan) sí recuerda muchas cosas. Cuando yo era pequeño solía contarme historias de cosas que pasaron. Por ejemplo, me contó sobre el incendio en nuestra casa y de nuestro hermano menor, que murió", relata Duber.
Publicidad
El esperado reencuentro
Luego de que Duber y Madeleine lograran hacer contacto gracias a las redes sociales, él planeó viajar Colombia para reencontrarse y un equipo de Los Informantes acompañó el recorrido desde Bogotá hasta la capital antioqueña. Esta visita estuvo llena de emociones y terminó en una visita a la zona de Medellín en donde las llamas separaron a la familia. Jonathan, por su parte, no pudo viajar por motivos de fuerza mayor.
Sin embargo, este no fue el único reencuentro, antes de llegar a Colombia, Duber también se cruzó en Bélgica con otra de sus hermanas, Lina, quien al igual que ellos fue adoptada por extranjeros tras el incendio. En este caso, no fueron las redes sociales las que lograron el ‘milagro’, sino una página web llamada MyHeritage, que ofrece pruebas de ADN y tiene una base de datos de más de 19 millones de personas.
Publicidad
Los días de Duber en Medellín
Al llegar a su ciudad natal, Duber se fundió en un abrazo Madeleine, conoció a su familia y después tuvo tiempo hasta para probar los fríjoles, cuyo sabor nunca había olvidado. Además, visitó la tumba de su mamá, con el dolor de no haber podido llegar antes de su fallecimiento.
Junto a Madeleine fueron la zona en la que estaba ubicada su casa, esa que un día se incendió y los separó. La conflagración puso tierra de por medio, pero por fortuna para ellos ni los miles de kilómetros ni las décadas que pasaron fueron impedimento para volverse a ver. Ahora ella planea viajar a Noruega para reencontrarse también con Jonathan.
Mi corazón está feliz y me siento afortunado
En sus redes sociales el mismo Duber describió lo que fueron esos días en Medellín: “Visitamos un restaurante y pude comer, entre otras cosas, frijoles, porque era un sabor que recordaba de cuando era pequeño y llegué a Noruega. También visitamos el lugar donde estaba nuestra casa, la que se quemó cuando éramos pequeños. Me trajo algunos recuerdos, buenos recuerdos, porque no recuerdo nada del incendio en sí. Y luego visitamos la tumba de nuestra madre. Fue triste. Pero al mismo tiempo bueno. Y logré decirle algunas palabras, en noruego, ya que no había logrado decirle todo lo que dije en español. Y sentí su presencia. El sol brillaba un poco más en mi cara y vino un viento que me rozó la mejilla. La tengo conmigo donde quiera que vaya en la vida. Mi corazón está feliz y me siento afortunado de poder experimentar todo lo que he experimentado”.
(Lea también: Manuel Teodoro, director de Séptimo Día, y su lucha contra el alcohol: “Estoy vivo de milagro” )