Desafió el miedo a las alturas, al agua, al vacío, ese vértigo que a todos, unos más que a otros nos consume y eriza la piel. Estampó sus saltos hasta con la Estatua de la Libertad en Nueva York como testigo. Es una leyenda viva que deja un ejemplo para las nuevas generaciones.
Sus inicios fueron haciendo acrobacias, que comenzaron en la casa, llevándose sus buenos aterrizajes de espalda. Su último salto no fue técnicamente perfecto, pero si perfectamente emotivo para dejar una huella imborrable en este deporte.
Primera fetoscopia en Colombia, hecha por médicos colombianos, para corregir un defecto de columna Cambiaron escopetas por cámaras fotográficas para cazar osos de anteojos y dantas