El tráfico de personas, la muerte, los secuestros y las torturas de migrantes cruzando la frontera con Estados Unidos ya no son un drama ajeno. Justamente esta semana aparecieron 51 muertos, calcinados en un camión intentando llegar al otro lado; detrás la ilusión del sueño americano, miles de colombianos lo están dejando todo, siguiendo los cantos de sirena de los coyotes y una mejor vida. Algunos pasan sin mayores tropiezos, pero viven con la incertidumbre de los papeles, otros terminan viviendo una pesadilla en una zona sin Dios ni ley o deportados y otros mueren en el intento.
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Desde la época del narcoterrorismo no había una oleada de inmigrantes tan masiva como la que estamos viviendo. Huyendo de la pobreza, de la falta de oportunidades o de un panorama incierto, más de 19 mil colombianos fueron detenidos en la frontera con Estados Unidos en mayo y nos convirtieron en el quinto país del que más salen migrantes indocumentados hacia Estados Unidos, después de México, Cuba, Honduras y Guatemala. Los Informantes le siguió el rastro a un papá que, tras el sueño americano, dejó la vida y las ilusiones de una familia en el desierto.