Algunos dicen querer recorrer todo el mundo, pero Diego Rosselli quiere recorrer cada rincón de su país natal. Vivir de todas las maravillas que tienen los pueblos, desde sus parques principales, su gente y la iglesia donde él no puede dejar de visitar. De los 1.105 municipios que tiene Colombia, de los cuales 1.064 tienen acceso por carretera, lo que deja a 41 que hay que llegar en lancha o en avión, Rosselli ha visitado casi el 98,6% de los lugares del país.
Él lleva 1.088 municipios visitados, a hoy solo le faltan 17 viajes, que espera hacer pronto. Se ve como todo un explorador con sobrero de Indiana Jones y su camioneta 4x4 que lo ha acompañado a todas sus aventuras. Todo un trotamundos especializado en trochas de todos los calibres.
“El último pueblo que viste de los que tienen acceso por carretera es Santa Elena del Opón, queda en un lugar muy complejo de la serranía de Los Yariguíes en donde los caminos para llegar allá son muy difíciles. Y fue en el tercer intento. El primero fue por un derrumbe, el segundo el carro empezó a molestar y no me pareció que estuviera preparado y solamente, en el tercer intento por llegar a Santa Elena lo logramos”, mencionó Diego Rosselli.
Y es que, si Rosselli tiene 66 años, su Land Rover tiene 58 años, y juntos siguen andando sin problema alguno. Él es médico, investigador y profesor universitario de la Javeriana. Sin embargo, hace 20 años agarró su viejo campero y se puso el objetivo de recorrer Colombia de norte a sur y de oriente a occidente. Es experto en viajar, aunque con algunos tropiezos ha logrado culminar muchos de sus viajes, aún tiene mucha energía para poder terminar su propósito. “Todavía no, sobre todo a veces la llegada a Bogotá es agotadora, la altura me golpea a veces un poquito y obviamente, uno llega cansado necesita uno vacaciones de las vacaciones”, aseguró.
Rosselli solo tiene una tradición que no puede romper en sus viajes, y es que, en cada pueblo que visita debe tomar una fotografía de la iglesia principal con su carro en frente, sino hay foto tiene que repetir el viaje. Y de seguro no lo pensaría dos veces para hacerlo.
No obstante, algunos de sus viajes han sido en lugares sin presencia del Estado, lo que ha causado que en muchas de ellas se haya llevado varios sustos, pues, ha visitado sitios donde mandan las disidencias de las FARC, el ELN o el Clan del Golfo. De alguna manera, un riesgo para su vida. “A veces en la víspera del viaje, me entra como un susto de que yo estoy haciendo acá, yo pa´que me meto en este sitio”, afirmó. Rosselli ha agradecido que hasta hoy ha podido llegar de regreso a su casa sin inconvenientes, pese a que en algunas ocasiones estuvo en retenes de estos grupos paramilitares.
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Si es de volver a visitar lugares a los que ya fue, sin duda él volvería a El Cairo, Valle o Zapatoca en Santander. Y algunos de los pueblitos perdidos que más le impresionó fue Caracolí, en el cesar o Pueblo Bello. Pero, siempre al lado de su camioneta, que, aunque le resuena el motor, tiene aire acondicionado al aire libre, sin radio y con algunos problemas en sus cerraduras, seguirá recorriendo las carreteras con ‘El Tinieblo’, como apodo a su 4x4. “Parece ese amante que no cela, que no exige. Pero es el tinieblo rezandero”, expresó. Y rezandero porque se lo debe a todas las iglesias que ha visitado.
Su adicción a los viajes, se lo debe a su familia, quien recuerda que desde muy pequeño rodaban durante días por carreteras en mal estado desde Bogotá hasta la Costa Norte o los Llanos orientales, una pesadilla para algunos, pero para Rosselli era todo un sueño. “Salíamos de aquí a las 4 de la mañana y no tenía nada de raro que llegáramos bien entrada la noche o que a veces tuviéramos que quedarnos en el camino por el carro enterrado o un derrumbe. Y entonces, eran viajes de 45 horas o 48 horas para llegar allá”, mencionó Rosselli.
Aunque es todo un profesional en el área de salud y ha obtenido diferentes títulos y premios, cree que la gente lo va a recordar más por sus viajes con su campero que por sus publicaciones científicas.
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Normalmente, viaja solo, aunque no descarta que alguna otra tiniebla se suba en su viejo campero. “No falta que alguna tiniebla se cuele en el paseo –se ríe–. Mi madre a los 90 años, se hizo un viaje de cinco días conmigo desde Montería hasta Bogotá. Primero, de Córdoba, Sucre, Bolívar, Magdalena, Cesar, Santander, Boyacá y finalmente, hasta llegar a Bogotá”, señaló.
Antes de visitar cada pueblo, se estudia cuantos habitantes tiene, quien lo fundo y de donde viene. Pero, con todas sus idas y vueltas, Rosselli ha logrado viajar al menos 70 veces en un año, más o menos un viaje cada cinco días. Y aunque su Land Rover para el tráfico, está más que seguro que no lo vendería. “Yo he pensado mucho en eso, en que algún día me quemaran el Lange Rover por alguna manifestación o que un derrumbe se lo llevara y que quedara así perdido, entonces creo que esperaría presenciarlo, ojalá firmarlo en sus últimos momentos ahogándose en algún río, por ejemplo, algo así como decir que murió en su ley, ojalá no conmigo adentro”, agregó. A este viajero inalcanzable le quedan muchas anécdotas por coleccionar y seguirá su recorrido hasta poder cumplir con su objetivo.