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El archipiélago de San Bernardo, un conjunto de islas en el océano Atlántico colombiano, ha visto desaparecer la mitad de sus islas en los últimos años. De las 16 islas que alguna vez formaron este paraíso tropical, hoy solo quedan ocho. Adrián Caraballo, un joven líder socioambiental, se ha convertido en el guardián del manglar, luchando para que el mar no se devore el resto.
Adrián Caraballo nació en un recóndito islote del océano Atlántico. Desde niño, soñaba con conservar el manglar que protegía las costas donde jugaba y cuidar las tortugas que nadaban frente a su casa. Hoy, su misión es mantener a flote las islas del archipiélago de San Bernardo, donde creció y se convirtió en un protector del medio ambiente.
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Ser líder socioambiental no es tarea fácil. Adrián, con su actitud relajada y gran sonrisa, organiza tours por las islas para promover el turismo sostenible, jornadas de limpieza en playas y en el fondo del mar, y reúne voluntarios para pintar las casas destartaladas de sus vecinos. Además, rescata tortugas de las redes de los pescadores y, sobre todo, siembra mangles para evitar que las islas que quedan se hundan.
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"Hay un deterioro ambiental bastante colapsado, había una isla que se llamaba Maravilla, hoy en día Maravilla desapareció, se perdió la biodiversidad de la especie en aves marinas", señaló Adrián a Los Informantes .
La última isla en ser devorada por el mar se llamaba Maravilla y ahora ha pasado al olvido.
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El hundimiento de algunas islas ha sido causado por el alto oleaje durante siglos, un proceso natural. Sin embargo, otras islas han desaparecido debido a la tala de manglares, árboles que sirven como barrera natural, ayudan a limpiar el aire, filtran el agua y albergan diversas especies.
"Yo estoy muy preocupado por las futuras generaciones que vienen, yo quiero que los niños de acá, los más pequeñitos, conozcan que acá hubo tortugas, que acá hubo corales, acá hubo islas, hubo un patrimonio ambiental", afirma Adrián.
Este isleño orgulloso, que bien podría ser nadador o buzo profesional, se considera hijo del mar. Nació hace 25 años frente al océano Atlántico y sus primeros recuerdos son nadando con tortugas o pescando para hacer sancochos.
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"El mar es un regalo", dice Adrián. La mejor forma que ha encontrado para devolverle algo al océano y a sus islas ha sido sembrando mangles, reemplazando los árboles talados para construcciones o para limpiar terrenos. Por eso, él es conocido como el guardián del manglar.
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"Hemos sembrado más de 2.000 plantas con los niños, con turistas, su granito de arena", señala Adrián.
Su esfuerzo por salvar las islas del archipiélago de San Bernardo es un ejemplo de cómo la conciencia ambiental puede marcar la diferencia en la lucha contra el cambio climático y la destrucción de los hábitats naturales.