El abogado penalista no tiene filtros a la hora de despotricar de la gastronomía colombiana, de asegurar que le fascina generar envidia en quienes cataloga como sus enemigos. Es amante de los lujos y las excentricidades. Creó su propia marca y se lanzó como cantante.
De La Espriella asegura que “lo único que me importa es cómo me recuerden mis hijos”. No tiene reparo en afirmar que “Colombia es la capital mundial de la intriga y la envidia. Entonces, la mejor manera explicar el éxito de un tipo joven de provincia es acusándolo de cosas ilegales”.
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