La corrupción y la inseguridad han llegado a niveles tan desesperanzadores, que ya ni los muertos pueden descansar en paz. En los cementerios del Distrito opera todo un cartel que compra vigilantes, policías y sepultureros para sacar cadáveres de los mausoleos, desaparecer sus restos como si fueran basura y robarse las bóvedas para revenderlas varias veces a familias que necesitan enterrar a un ser querido.
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Los cadáveres los venden completos o por partes, solo osamentas o todavía con algo de tejidos. Los cráneos, fémures, manos y dientes son muy cotizados. Las imágenes de osamentas y restos como basuras son escandalosas. Es miedoso el testimonio de un profanador de tumbas y miembro de las mafias quien con cincel y martillo lleva lucrándose desde hace más de 20 años.