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Kellys Zapateiro tenía 28 años, un hijo y 8 meses de embarazo hasta el día en el que un uniformado y su pareja la asesinaron en una estación de Policía para sacarle del vientre a su bebé, quien milagrosamente sobrevivió. El programa Los Informantes reconstruyó el atroz crimen con el doloroso testimonio de la mamá de la víctima.
La mamá de Kellys Zapateiro, quien tuvo que hacerse cargo de los dos pequeños huérfanos, revela que, aunque han pasado 11 años del crimen, no volvió a conciliar bien el sueño desde esa noche en la que acabaron con la vida de su hija. Dice que en julio de 2014 sintió el momento en el que la joven murió: “se estaba como despidiendo de mí”.
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“Sé que estás en el mejor lugar que Dios destinó para ti, hija, descansa. Sé que sufriste mucho”, con esas palabras Iris Guzmán intenta llenarse de aliento, aunque la muerte de Kellys Zapateiro le partió su vida en dos.
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Kellys Zapateiro nació en 1985 y creció junto a sus hermanas en guarniciones militares en las que su papá ejercía como suboficial de la Armada Nacional. Sin embargo, luego regresaron a Cartagena y allí se establecieron en el barrio Libertador, las niñas se graduaron del colegio y entraron a estudiar a la universidad. Al poco tiempo, Kellys tuvo su primer hijo y se volvió una trabajadora consagrada para ayudar en casa con su manutención, hasta que ocurrió lo impensado.
Iris Guzmán recuerda a su hija como una joven alegre, trabajadora, sociable y una madre entregada. Cuando Kellys Zapateiro quedó embaraza por segunda vez, el padre de su hijo nunca se hizo cargo y ella, según su mamá, decidió prepararse para luchar por sus dos hijos, pero unas mentes criminales truncaron su camino.
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La última vez que vio a su hija viva, Iris iba para a una cita médica. Era 11 de julio de 2014 y Kellys Zapateiro, quien tenía 8 meses de embarazo, salió con una amiga del barrio, llamada Josefa Cardona y que supuestamente también estaba encinta, a una consulta gratuita en una fundación.
Con el pasar de las horas, la angustia se apoderó de la mamá de la joven, pues ella no llegaba, por eso empezó una incansable búsqueda por todas las clínicas - creyendo que Kellys había dado a luz y estaba sola – pero no logró encontrarla.
Al día siguiente, se enteró de que Josefa, la persona con la que Kelly salió, había dado a luz la noche anterior. Doña Iris fue a la clínica a preguntarle dónde estaba su hija, pero no recibió ninguna respuesta, entonces decidió denunciar la desaparición ante la Fiscalía y lo que se supo con el pasar de las horas fue horripilante.
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Un brazo humano que un perro callejero encontró fue recuperado por la Policía y luego los registros de huellas dactilares coincidieron con los de Kellys Zapateiro: “Una noticia desesperante, desde ahí uno no ha tenido tranquilidad, no ha tenido paz, eso es una tragedia grande, una tragedia que nos ha afectado”.
Los investigadores recogieron evidencias y muy pronto descubrieron lo que sucedió. Las cámaras del hospital registraron que Josefa y una Kellys muy somnolienta entraron y salieron de ese y luego se subieron a un carro con rumbo a la estación de Policía de Manzanillo del Mar, a las afueras de Cartagena.
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“Esto que se hizo aquí en esta estación de la Policía es inhumano, esto es inexplicable, Dios mío, un policía prestarse para para hacer esto y hacerlo en una estación de Policía, no sé qué clase de sentido, de cabeza, tendría ese policía”, dice Iris Guzmán al referirse a Andrés Díaz.
Díaz era pareja de Josefa Cardona y el director encargado de la estación de Policía de Manzanillo del Mar. Las pruebas indicaron que de su arma de dotación salió el disparo que mató a Kelly y que, durante 6 horas, él y su pareja torturaron a la joven hasta sacarle a su bebé. Todo sucedió en la parte trasera de la dependencia de la institución y, aunque seis policías descansaban allí esa noche y algunos escucharon el disparo y vieron a Díaz junto a una hoguera, no les pareció extraño y no hicieron nada.
Desde ese lugar, la mamá de Kellys contó en Los Informantes que a su hija “le echaron algo, la trajeron dormida y aquí fue donde la mataron, aquí fue donde la prendieron y de aquí sacaron a Angelito”.
Y es que lo que le hicieron a esta joven fue realmente inhumano y macabro: “La envolvieron en una colchoneta y a esa colchoneta le echaron candela y todo eso se quemó. La manito fue la que se salió, gracias al bracito, a la manito, fue que nos dimos de cuenta”.
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Luego del terrible crimen, Josefa Cardona llegó a la clínica con el recién nacido, asegurando que lo había tenido en la calle. Esta mujer había fingido durante meses un embarazo y la noche en la que llegó al hospital también logró engañar a los médicos con una terrible artimaña.
“Al niño se lo arrancaron a mi hija, lo tenía que traer corriendo porque si no el niño, por falta de oxígeno, se podía haber muerto”, comenta doña Iris, quien revela que, además de todo, Josefa se “internó como si hubiera parido porque se metió parte de la placenta en sus genitales y por eso los médicos le creyeron”.
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Solo días después los exámenes de laboratorio lograron probar que Josefa Cardona nunca estuvo embarazada y el ADN del bebé coincidía con el de Kellys Zapateiro. La condición del pequeño Ángel era crítica y tuvieron que dejarlo en incubadora para salvarle la vida. Su abuela tuvo que pelear durante meses para que el ICBF le diera la tutela.
Con el caso resuelto, Josefa Cardona y Andrés Díaz fueron condenados a 60 años de cárcel por la tortura, secuestro y desaparición forzada de Kellys Zapateiro, pero nunca dieron una explicación de lo que pretendían.
“Le quitaron al niño a unos diabólicos, porque ellos querían era el niño. ¿Para qué lo querían? No sé, porque Josefa tiene hijos y Andrés Díaz también tiene hijos. Si era para venderlo, si era para qué, no sé”, lamenta la mamá de Kellys Zapateiro.
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Para que un horroroso crimen como el de Kellys Zapateiro no vuelva a ocurrir jamás, el Tribunal Administrativo de Bolívar emitió un fallo en el que la Policía Nacional y el Estado colombiano fueron condenados a indemnizar a la familia, pedir perdón y construir un parque en su memoria.
Entre tanto, los hijos de Kellys, Ángel, de 11 años, y Jorge, de 14, son deportistas y su abuela, quien terminó convirtiéndose en su madre, es además su entrenadora de béisbol y su cómplice. Empero, todos siguen esperando que se cumpla a cabalidad el fallo a su favor.
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“Los hijos de Kelly, que son unos niños todavía, están esperando y siguen esperando que los tengan en cuenta, que la Policía reconozca, que la Policía cumpla”, puntualiza Iris Guzmán, quien, aunque sabe que ninguna plata le devolverá su hija ni les compensará tanto dolor, clama justicia y reparación.