Hay canciones que le marcan a uno la vida y tienen la magia de devolvernos en el tiempo: el colegio, un noviazgo; alguna tusa, un amor. Como la música de Ana y Jaime, que empezaron a cantar cuando eran unos niños a finales de los años 70. Conocieron el éxito, pero pelearon y durante años no se hablaron, pero fue más fuerte la familia y entonces después de 20 años de silencio, regresaron, sacaron disco y volvieron a cantar y por las buenas decidieron decir adiós para siempre.
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Ana y Jaime empezaron a cantar cuando eran niños, cantando protesta rompieron con la nueva ola y llegaron con Café y petróleo, Las estaciones en el sol o Décimo grado que marcaron generaciones con tanta fuerza que, aunque desaparecieron muchos años de la escena musical, su música parece eterna. Hubo pelea de hermanos, una reconciliación tiempo después, que dejó claro que la familia es más fuerte que todo y que, aunque no canten más, serán inolvidables.