Escuchar el testimonio de ‘Clara’ es muy fuerte. Cuanto tenía solo 5 años fue reclutada por la guerrilla, como a muchos otros niños. Narra cómo fue su paso por distintos grupos armados, cómo utilizaron su cuerpo como arma de guerra e instrumento de poder. Su familia, paralizada por el miedo, no pudo denunciar.
El reclutamiento
“Mi infancia fue para mí un tormento porque tenía cinco años cuando fui reclutada por parte de la guerrilla. Yo estaba jugando con unos compañeritos afuera de la casa... me taparon la boca, me pusieron algo en la cabeza y me llevaron”, recordó ‘Clara’.
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Hoy, habla muy valiente para que este delito tan doloroso no se quede solo en quejas, cifras e indignación.
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“Cuando nos hacen ese reclutamiento nos entrenan, nos enseñan cuáles son los fusiles, los revólveres, las armas, nos enseñan todo”, señaló.
La vida en la guerrilla
'Clara’, como la llamaremos por seguridad, sufría por la ausencia de su familia y su vida consistía en sobrevivir. No les importa la edad, los entrenan para que sean soldados de la causa. Ella asegura que la reclutó el ELN.
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“Hacen como si fuera el Desafío, hacen ciertas cosas y nosotros tenemos que pasar por ciertas cosas y el que no llega tiene un castigo, el castigo es golpe, arrastración y las mujeres violación”, afirmó.
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La huida
“Yo lloraba, yo gritaba dónde está mi mamá, dónde está mi papá, incluso si nos veían llorando tanto, como que estábamos desesperados, los mataban”, recordó.
La situación la llevó a tomar una difícil y valiente decisión. “Me hice amiga de una niña, y al ver cómo le dispararon y se la llevaron, dije ‘no, yo me tengo que escapar de aquí’. Duré un año allá, a los 6 años y medio me escapé”.
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La realidad de muchos niños
Según la Defensoría del Pueblo, en el primer semestre de 2024 al menos 159 niños no durmieron en sus casas y mañana esos niños no irán al colegio, sino que cargarán un arma.
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El regreso a casa
Un año después de haber sido reclutada, se escapó durante un enfrentamiento. Llena de miedo, corrió por su vida. Pidió ayuda hasta que llegó a su casa. Sus papás casi no la reconocen cuando la vieron entrar.
“Mi mamá lloraba, mi papá también. Me reconocieron por unas marcas de nacimiento y, al verme, vendieron la casa, vendieron todo y nos fuimos de Colombia”.
Por culpa de la violencia, Clara y sus hermanos terminaron en Venezuela por un tiempo. Vendieron la casa que tenían y escaparon. Años después, cuando las cosas se pusieron difíciles allá, pensaron que ya era tiempo de volver.
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Un nuevo reclutamiento
"En mi pueblo me reclutaron otra vez, a los 9 años y medio, las Autodefensas Gaitanistas. Me cogieron yendo para el colegio, me agarraron por la espalda, me dormí y cuando desperté estaba en Caquetá”, señaló.
La edad promedio de este flagelo en Colombia, según el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, es de 13 o 14 años, aunque hay excepciones como la de ‘Clara’, reclutada a los 5 años.
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Abusos y supervivencia
"A los nueve años fui violada más de cuatro veces, después de eso quedé embarazada, me lo tuvieron que sacar a golpes porque ninguna mujer puede tener hijos”, recordó.
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Por no cumplir una tarea, ‘Clara’ fue violada. Ella tuvo dos abortos a golpes.
Se logró escapar y llegó nuevamente a su familia. Una vida marcada por la violencia
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Estuvo dos años con las autodefensas, salió de allí a los 11 años. Terminó en Bogotá vendiendo en Transmilenio, volvió a estudiar y quedó embarazada de su novio a los 14 años.
Decidió tener su bebé, pero como el padre del bebé no respondió, las cosas se pusieron muy difíciles. Se fue a vivir al campo con su abuelo y estaba allá cuando pasó lo peor. Tres hombres llegaron a la casa y la violaron. Quedó embarazada.
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Con su bebé de meses y un embarazo no deseado, empacó otra vez y llegó a Medellín donde una hermana.
“Fuimos a la Unidad de Víctimas. Yo declaré, me pusieron en código fucsia, me ayudaron con el aborto”, señaló.
Esperanza y justicia
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A sus 20 años, ha encontrado algo de paz en compañía de su hija, pero sigue esperando que se haga justicia.
Los grupos armados siguen reclutando menores de edad. Desafortunadamente, esta sigue siendo la realidad de cientos de niños en nuestro país.