A una persona amable también le dicen que es ‘buena papa’, como el profesor Carlos Ñustez y la doctora Silvia Restrepo, dos investigadores que pusieron a prueba la ciencia para cosechar la mejor papa del mundo, esa papa que se ven los centros de Abastos, en los mercados de pueblo y de barrio, esa que comemos todos los días tiene detrás muchos años de investigación para que sea una papa bomba, no letal, sino más saludable y resistente y deliciosa. Los Informantes desenterró el trabajo de uno científicos muy buena papa.
“Ha sido mi vida, ha sido esa fuente de motivación por ser creativo, por ayudar, yo he aprendido a amar el campo y a las comunidades de agricultores a través de esta especie, yo sé que yo puedo ayudar hasta donde la vida me lo permita”, así con esa pasión que le arranca hasta las lágrimas habla el profesor de la Universidad Nacional Carlos Ñustez, un tolimense hijo de una modista y un sastre que vive, respira y sufre por la papa.
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“Esta especie a mí me ha permitido definitivamente vivir, o sea, vivir con intensidad, rápidamente me convirtió en el elegido de ella para pensar en ella desde que me levanto y me acuesto”. Es que si hay alguien en Colombia hay que se le pueda decir que es ‘buena papa’, es a este señor de gafas y sombrero, un agrónomo que ha dedicado más de media vida al mejoramiento genético de uno de los alimentos más importantes del mundo.
Esa papa pastusa, la que estábamos acostumbrados a comer ya no existe, el profesor no solo la cambió, la mejoró genéticamente con una pizca de parda, otro poco de pastusa y mucha ciencia creó una de las papas más vendidas y resistentes a plagas y parásitos del mercado: “esa variedad llegó a tener 40.000 hectáreas en Colombia y la gente no se dio cuenta que le han cambiado la parda pastusa tradicional o sea, posicionar el nombre yo dije en esa bendita me la van a recibir solamente como pastusa en la Central de Abastos, que se parecía muchísimo en el color de la piel, en su forma también era un platico y también hasta en sus características culinarias, porque heredó mucho de la característica de parda, pero era totalmente diferente en campo, una planta vigorosa, alta, hermosa resistente”.