William Caldera se convirtió en profesor por necesidad, pero con el tiempo, esta profesión se transformó en su vocación. Con imaginación y carisma, logró sacar a sus estudiantes de las aulas tradicionales y contagiarles el amor por el cine y la música. Así, despacito y en otro idioma, les enseñó a hablar inglés. Hoy, William es reconocido como uno de los 50 mejores profesores del mundo.
Un reconocimiento inesperado
"Eso fue una cosa maravillosa, la Fundación Varkey tiene sede en Argentina para Latinoamérica y me llamaron tres chicas. La muchacha muy amable me dice: '¿Usted sabe que está entre los 50 mejores profesores del mundo?'. Yo lloré, se me erizó la piel", aseguró el maestro.
Esa llamada cambió la vida de William Rafael Caldera Pantoja, quien enseña en un colegio con 2.200 estudiantes en Sahagún, Córdoba. A pesar de las carencias en su salón de clases, donde los jóvenes escriben en sillas Rimax y a veces tienen que sentarse en el suelo, William fue elegido entre los mejores del mundo.
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La gala del Global Teacher Prize
La ceremonia del Global Teacher Prize, equivalente al Premio Nobel de Educación, se celebró en París. Allí, el profesor William Rafael, muy emocionado, se sentó junto a los mejores profesores del planeta.
"Profesores que a través de la pedagogía están aportándole al desarrollo de sus países a través de la docencia", afirmó Caldera sobre la labor de los otros docentes reconocidos.
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Su trabajo en Sahagún
William enseña inglés con mucha creatividad en la Escuela Normal Lácides Iriarte de Sahagún.
"Lo que siempre le digo a mis compañeros profesores: sistematicen las cosas. Yo no me he tenido que inventar un cohete de aquí a la Luna para ser nominado. Es un trabajo que tiene que ver con la función de profesor, pero que va más allá del aula", aseguró.
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Uno de sus proyectos más destacados es la lectura de Cien años de soledad. "Donde quiera que vaya llevo el libro de la conmemoración de la novela y leo un fragmento. Ambientamos el video con imágenes", explicó.
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Cine y lectura animada en las veredas
"No solamente hacíamos cine, sino que hacemos lectura animada en las veredas. Los muchachos van y, por ejemplo, si hay un narrador que dice 'De repente el león rugió y dijo', entonces el muchacho se lleva una máscara de león y dice '¡Oh! te voy a comer'", relató sobre su labor que incluye lectura, cine y gestión cultural.
El cine como herramienta pedagógica
William se dio cuenta enseguida de que el cine atraía a los jóvenes, especialmente en pueblos donde no había pantallas grandes. Lo bautizó Let's go to the cinema y funcionó. El cine se convirtió en una herramienta metodológica para mejorar la enseñanza. Los estudiantes iban aprendiendo palabras en inglés, párrafos enteros, y decidió hacer lo mismo en una plaza, llevando sus películas de pueblo en pueblo incluso llegó hasta Nabusimake, una comunidad indígena en la Sierra Nevada de Santa Marta.
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La historia de un profesor mostrando películas, enseñando inglés y leyendo los libros de Gabo se fue esparciendo. Lo mismo pasó en Sucre y en toda Córdoba. Esta labor llegó a oídos del Global Teacher Prize, que cada año premia a los mejores del planeta.
Así, William Caldera logró ser reconocido uno de los mejores del mundo, haciendo cine y leyendo párrafo por párrafo Cien años de soledad.