A simple vista es una paisaje bello y romántico: yates y catamaranes la adornan por encima, pero navegar más hacia adentro y recorrer sus rincones, ya no es tan fantasioso; la magia se evapora y aparecen embarcaciones desvencijadas, sin cascos, con la proa cayéndose a pedazos y sudando desde gasolina, hasta mercurio. La bahía de Cartagena se ha ido convirtiendo en un cementerio a mar abierto.
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La inmensa bahía de Cartagena ya no aguanta más basura ni más desechos. No solo soporta el mercurio y las toneladas de basura que recibe el Canal del Dique, sino que es el moridero de lanchas abandonadas, de galeones y mamotretos flotantes que no sirven sino para contaminar. Los Informantes llegó hasta esa especie de cementerio donde agonizan todo tipo de embarcaciones dejando una estela de mugre y de muerte.