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Cabezote Los Informantes

Colombianos desaparecidos en Ucrania: el drama de pelear una guerra ajena al otro lado del mundo

Centenares de colombianos han decidido, ante la falta de dinero, ir a pelear en Ucrania. Las familias de tres de ellos, capturados por el ejército ruso, enfrentan la angustia de no tener noticias.

El 24 de febrero de 2022 la invasión de Rusia a Ucrania desató una guerra que, hasta el día de hoy, sigue dando noticias devastadoras al mundo. Actualmente, el balance más conservador sobre este conflicto indica que han muerto 200 mil soldados rusos y 80 mil ucranianos en una pelea que por ahora no parece tener fin.

Esta es una guerra que ocurre a más de 10 mil kilómetros de distancia de Colombia, pero que ha llevado tragedia y dolor a más de un hogar en nuestro país. Centenares de colombianos han sido contratados por el ejército ucraniano para luchar en contra de los rusos.

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¿Cuántos colombianos hay en la guerra entre Rusia y Ucrania?

Aunque no se sabe con exactitud, la Cancillería contabiliza que 145 colombianos han salido del país para ir a la guerra en Ucrania, de los cuales 58 han muerto en combate, 83 están desaparecidos y de cuatro de ellos no hay ni un rastro.

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Miguel Ángel Cárdenas, Alexander Ante y José Arón Medina son tres colombianos que se convirtieron en carne de cañón en una pelea extranjera con la ilusión de dar mejores condiciones a sus familias, pero acá en Colombia son sus seres queridos los que, día a día, enfrentan la batalla de no saber qué pasará con ellos.

Un papá entregado

El pasado 16 de abril de 2024, empujado por el desespero y la ilusión, Miguel Ángel Cárdenas, un colombiano de 32 años, decidió emprender en peligroso viaje rumbo a Ucrania para sumarse a sus tropas militares con la intención de mejorar la economía de su hogar.

Miguel Ángel Cárdenas, desaparecido en la guerra de Ucrania
Uno de las últimas noticias de Miguel Ángel Cárdenas a su familia -
Foto: Los Informantes

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Vivía en Cali junto a su esposa, Lizeth, y sus tres hijos de 13, 11 y 9 años en una casa en obra negra que están pagando con la ilusión de que en unos años fuera propia. En las noches trabajaba como vigilante y en el día del rebusque para las necesidades familiares y para la cuota mensual de la casa, pero eso no era suficiente.

“Él miró esos videos de que necesitaban voluntarios en Ucrania y que les pagaban muy bien”, recuerda Lizeth y agregó que, ante el mal panorama económico que había en su casa “[Miguel] decía que esa era la única salida para pagar todas esas deudas y terminar de pagar la casa”.

Nunca había salido del país, pidió prestado el dinero de los tiquetes hacia Ucrania y con miedo, ilusión y tristeza se despidió de su familia y se fue, añorando esos 3.000 dólares mensuales que supuestamente le iban a pagar por arriesgar su vida al otro lado del mundo. Esos son cerca de 12 millones de pesos colombianos, casi 10 veces más de lo que gana un soldado colombiano.

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Al pisar suelo ucraniano Miguel se dio cuenta de que el panorama no era como se veía en esos videos de redes sociales que buscaban voluntarios y que el pago tampoco. El pago de 3.000 dólares no se cumplió y, en cambio, tuvo que endeudarse más. “Sé que hizo amistad con los compañeros, por decirlo así. Me envió 160.000 pesos, fue lo único que me pudo mandar, pero porque se los prestó un compañero”.

En Colombia, Lizeth mantiene a sus tres hijos, intenta sacar a flote la casa y enfrenta el cobro de ocho millones de pesos por parte del gota a gota que le prestó tres millones a su esposo para que se fuera a Ucrania. Pero eso no ha sido lo peor que le ha pasado en estos meses en medio de la ausencia de Miguel.

Familia de Miguel Ángel Cárdenas
Familia de Miguel Ángel Cárdenas espera su regreso -
Foto: Los Informantes

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Tras ese envío de dinero, la familia de Miguel pasó semanas sin tener noticias de él, imaginándose lo peor. Finalmente, un día alguien la llamó y le informó que los rusos habían arrasado con la guarnición militar en la que estaba su esposo, nueve colombianos murieron, pero Miguel fue capturado por el enemigo.

La trágica noticia llegó acompañada de un video difundido por la prensa rusa. “Lo están interrogando y muestran el pasaporte. Le preguntan cuál es su edad, de dónde es, en dónde estaba, todo eso. Estaba golpeado, no sé si era golpeado, pues estaba morado el ojito, laceraciones en la cara”.

Algunos días después, Lizeth tuvo la que sería la última comunicación con Miguel a través de una videollamada. “Él nos decía que nos amaba mucho, que me amaba a mí en esta vida y en la otra, como despidiéndose, le decía a los niños que se portaran bien, que fueran fuertes, pero me decía que no sabía qué iba a pasar con él”.

Ahora Lizeth busca algún trabajo estable para sostener su hogar y cumplir con lo que le pidió Miguel en esa última llamada, “que no dejara perder la casa”. Mientras sigue angustiada pensando en si podrá reencontrarse con él. “Esos rusos no me dijeron nada de qué iba a pasar con él”.

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A un paso del reencuentro

En Popayán, un dolor similar enfrenta la familia Ante, luego de que Alexander, de 48 años, pasara nueve meses en esa guerra y decidiera regresar a Colombia. Llegó hasta Venezuela y ahí fue capturado por el ejército ruso que lo llevó hasta Moscú y lo acusa de graves delitos en contra de ese país.

Al igual que Miguel Cárdenas, Alexander Ante encontró en los videos de voluntarios para el ejército ucraniano un salvavidas a sus cuatro meses de desespero por no encontrar trabajo. Quería ayudar a su mamá de 78 años y luchar por la pequeña de cinco que lo siguen esperando.

Familia de Alexander Ante
Mamá de Alexander Ante lleva meses sin saber de él -
Foto: Los Informantes

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El plan de Alexander era irse por tres años, pero con pocas semanas en el campo de guerra se dio cuenta de que no valía la pena ser carne de cañón en una guerra extranjera y que su mamá y su hija lo necesitaban vivo. Estuvo nueve meses en Ucrania, el tiempo justo para pagar la plata que había pedido prestada para irse a la guerra y lo de su pasaje de regreso.

“Él me contaba de los que habían salido de acá de Colombia, que habían muerto 15 compañeros de él en combate”, narra su hermano Arbey y recuerda que “cuando tenía ya los nueve meses de estar allá dijo que se quería regresar para Colombia, que había pedido la baja y que ya se la habían dado. Entonces preparó el viaje para ese 18 de julio”.

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18 de julio era el día que la familia Ante esperaba el regreso de Alexander tras largos nueve meses de ausencia. El colombiano viajaba de regreso con su compatriota José Arón Medina, un exmilitar que también había decidido retornar a su país tras enfrentar esa cruda guerra en Ucrania.

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El plan consistía en tomar cuatro vuelos: el primero a Madrid, España; después a Caracas, Venezuela; de ahí a Bogotá y, finalmente, a Palmira. Sin embargo, en el aeropuerto de Maiquetía, en Caracas, el rastro de Alexander y su compañero se esfumó. “Llegó a Venezuela y me dijo: ‘mamita, hace un sancocho de gallina, de esos que usted hace tan ricos’. Ya venía para acá y hasta ahora no sé más nada”.

Según conoció Arbey, lo que pasó con su hermano y su compañero en Caracas fue “que Maduro los había cogido, los habían retenido, no detenido, los habían secuestrado prácticamente en el momento que ellos llegaron a Venezuela. Les quitaron celulares, les quitaron todo y los dejaron incomunicados”.

colombianos desaparecidos en Ucrania
Alexander Ante y José Arón, colombianos desaparecidos en Ucrania -
Foto: Los Informantes

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No se sabe mucho qué vivieron Alexander y José Arón después de eso, lo cierto es que a los 15 días de su llegada a Venezuela aparecieron en un video publicado por el ejército ruso, en Moscú, en el que informaban sobre la captura de dos colombianos.

¿Qué hacen las autoridades colombianas en estos casos?

La embajada de Colombia en Polonia ha logrado repatriar 54 cadáveres de colombianos. Otro compatriota fue sepultado en Ucrania y, actualmente, hay proceso de repatriación para otros tres cuerpos. Pero las familias de Miguel, Alexander, José Arón y muchos otros colombianos capturados por el ejército ruso esperan recuperar con vida a sus seres queridos.

Sobre Alexander y José Arón, capturados en Caracas, Venezuela, el embajador en Moscú, Héctor Arenas, señaló que lo que se sabe es que “fueron oficialmente detenidos y que se les inició un proceso penal por un delito establecido en el Código Penal de la Federación Rusa ... Es un proceso que tiene muchísimos asuntos que son bajo reserva, porque se considera que este es un delito contra la seguridad de Rusia”.

Alexander y su compañero, según la legislación rusa, podrían enfrentar una condena de 12 a 18 años de prisión en ese país. Se sabe que fueron presentados ante un juez en Moscú y que su caso está en desarrollo bajo la reserva del estado de guerra. Tan solo un cónsul colombiano logró tener la oportunidad de visitarlos y establecer que “su estado de salud, en términos generales era bueno. Ellos tienen un abogado de oficio. No pueden comunicarse con sus familias ni en general con terceros”.

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Pero no pasa lo mismo con Miguel Ángel Cáceres, de quien no se sabe nada desde el video presentado por la prensa rusa. El embajador señala que el hombre de 32 años “luego de combates entre las fuerzas armadas de Rusia y de Ucrania se había entregado al ejército ruso”, pero que “el estatus jurídico no es claro porque está ligado a las acciones bélicas”.

Son tantos los exmilitares colombianos que se implican en guerras extranjeras que la cancillería tuvo que presentar un proyecto de ley para prohibir el reclutamiento de voluntarios en Colombia. La guerra siempre será una barbarie, en la que no vale la pena una sola de las vidas perdidas, pero una guerra ajena es una barbaridad doblemente absurda.

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