
Los Informantes le presentan a los televidentes, cada domingo, tres grandes historias. En esta ocasión se inmortaliza la historia de Samuel Gutman, el primer sobreviviente del Holocausto que llegó a Colombia y el último que queda vivo. También la historia de resiliencia de tres artistas femeninas que enfrentan la guerra del Catatumbo con rimas y pinturas. Finalmente, la hazaña de Máximo Tedesco, un aviador colombiano que aterrizó una aeronave hecha por él mismo en la vía Panamericana.
El último sobreviviente
Samuel Gutman cumplió 100 años el pasado 13 de abril, un siglo de vida con una historia marcada por una de las tragedias más grandes de la humanidad. Llegó a Colombia al final de la Segunda Guerra Mundial para reencontrarse con su padre, luego de varios años de haber perdido a su mamá y hermanos en los campos de exterminio y valerse de su inteligencia para escapar de los nazis.
Trabajó en granjas, se hizo pasar por polaco y hasta por un acólito católico, y fue soldado de los Aliados, todo esto para evitar tener el mismo destino fatal que millones de judíos. “Es por pura chiripa que estoy vivo”, dijo a sus 100 años a Los Informantes, programa en el que contó detalles de su vida, que espera no sea olvidada y sirva para que este suceso, increíble para muchos, no se vuelva a repetir.
El arte en la guerra
Tres mujeres del Catatumbo le hacen el frente a la guerra desde la música y la pintura, demostrando que el arte transforma y salva vidas en los peores escenarios. Desafortunadamente, su trabajo es más reconocido y aplaudido en Europa que en Colombia, donde han sido cuestionadas y criticadas por utilizar su talento para mostrar al mundo lo que se vive en su territorio.
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Nohemí Pérez ya tiene un gran recorrido y reconocimiento con las pinturas contemporáneas en las que, además de reflejar la belleza de la flora y fauna del Catatumbo, también representa las catástrofes del conflicto armado. Por su parte, las integrantes de Motilonas Rap pertenecen a otra generación y a través de sus fuertes rimas están llenando escenarios en Europa, cantando sobre lo que han vivido por años los habitantes del Catatumbo.
El aviador
Su historia parece sacada de una película y muchos no la creerían de no ser porque existe el video. Máximo Tedesco voló en una aeronave fabricada por él mismo en 1988 y aterrizó en plena vía Panamericana para tanquear el artefacto en una gasolinera. Luego e casi 40 años de su histórica hazaña, sigue creando sus propios aviones desde su taller en Cali. Tiene más de 700 volando por el mundo y un récord de cero fallas que lo llena de orgullo.
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Ahora tiene 83 años y ya no puede desafiar las leyes de la gravedad y de movilidad de Cali piloteando sus aeronaves, por temas de salud, pero quiere que su legado se mantenga vivo. “No quiero que esto se entierre conmigo. Quiero que la gente entienda que la vida no es seguir parámetros establecidos. La vida es romper los parámetros, pero con mucho conocimiento”.